El ARA se hace eco de los vídeos, muy compartidos, del joven alcalde de Cervià de Ter, el cupero Guillem Surroca, que con un lenguaje directo y convincente toca cuestiones populares -en el buen sentido- como el turismo o la vivienda.
En uno de los vídeos habla de la hostelería. Se pregunta por qué un camarero suizo cobra más que un camarero catalán, sentado en un bar, que se ve hermoso, con mesas de mármol, y después caminando por un pueblo (quizá el suyo). La pregunta es pertinente, nos habla de este sector con pocas vocaciones, con horarios largos y complicados, con gente que comienza proyectos con toda la ilusión y que debe cerrar porque no lo consigue. Lo conecta con el turismo, que es el daño que sufrimos en Cataluña, sobre todo en las grandes ciudades con puerto; por tanto, con cruceristas. El discurso es razonable y bien trabado, y conecta con todo tipo de gente: jóvenes y mayores.
Ahora bien, en este bar donde comienza el vídeo —que quizás es "su" bar— se le ve sentado tomando una cerveza. Me encanta la cerveza, claro que sí, y es una bebida fácil con la que no hace falta que te calientes la cabeza. Pasa muy bien fría, puedes beberla a hocico o en vaso de plástico y está bien de precio. Pero... ¿y si hubiera salido tomando una copa de vino catalán? ¿Un blanco fresquito, un cava, o un negro ligero? El reto que tiene el sector justamente es que los jóvenes como él quieran el vino, como lo aman en otras partes del mundo (Toro, Riesling, California, Apulia...). El sector son gente de la restauración, como el camarero que le ha servido esta cerveza tan buena, pero también son campesinos, ganaderos, profesores de enología, sumilleres, toneleros, periodistas, diseñadores, corcheros, cocineros... Nunca me cansaré de predicar que una cosa son los turistas y otra, muy diferente, los enoturistas. Espero vídeo!