Una chincheta en el culo de Abascal
El pasado miércoles tuvo lugar en el Congreso de los diputados un acto en solidaridad con “los 6 de Zaragoza”, un grupo de jóvenes aragoneses, víctimas de una condena injusta por participar en una protesta contra la ultraderecha. El acto había sido organizado por Unidas Podemos y en él participaban también el portavoz de ERC Gabriel Rufián y la portavoz de EH Bildu Mertxe Aizpurua. Pero estas jornadas pasarán a la historia porque varios diputados de VOX trataron de boicotear el acto mediante una performance. La performance consistió en esconder un altavoz bajo uno de los asientos de la sala donde se desarrollaba el acto desde el que hicieron sonar el himno de la policía nacional.
¿Hay que enfadarse o hay que reírse? Optemos en principio por la segunda opción. Al fin y al cabo, que la ultraderecha te ponga el himno de la policía en lugar de enviar a escuadristas para apalearte es siempre de agradecer. Pero ello plantea la duda de si hay que responder o cómo responder.
Qué hacer se preguntaba Lenin y qué hacer se preguntan en Unidas Podemos, en Bildu y en ERC…
En Bildu, dice Aizpurua que no se pueden permitir caer en provocaciones. Dicen además las malas lenguas que algunos de sus diputados últimamente andan exigiendo a Arnaldo Otegi contratar a un asesor de imagen como el que tienen en ERC. Otegi duda entre darles dos hostias o ceder; en tiempos weimarianos uno ya no sabe qué hacer con las cosas de la estética y la moda y, desde luego, aquellos cortes de pelo míticos de la izquierda abertzale ya no se llevan ni en la izquierda abertzale. Rufián está también muy institucional últimamente y le ha dicho a Echenique que la ordinalidad es la ordinalidad y si el acto lo montaba UP, tiene que responder UP. Así que el jefe de la bancada podemita, el pérfido bolchevique Echenique, el Fouché morado, el Beria sobre ruedas, se ha puesto a pensar la respuesta. Y ha pensado que lo de “le voy a dar un dato” puede servir para poner en su sitio a un lanzador profesional de huesos de aceitunas, pero que esto es otra cosa. Es verdad que la barra brava de los periodistas parlamentarios capitaneada por Pedro Vallín corea en cada sesión de control al Gobierno un susurro que va creciendo: Yoli bumaye, Yoli bumaye, Yoli bumaye… Enric Juliana les mira como Ramón Mendoza miraba a los Ultra Sur, con cara de padre escandalizado que en realidad está orgulloso de sus chicos y mientras les mira animar a Yolanda tararea Leonard Cohen: I'd really like to live beside you, baby, I love your body and your spirit and your clothes… Mientras tanto, en la misma sala de prensa, los camisas pardas acreditados de “estamos de alarma” y sus colegas de “all right Diario” refunfuñan… Pero a lo que vamos… Si te sabotean un acto escondiendo un altavoz bajo un asiento y haciendo sonar el himno de la Policía, el de La legión o el viva España de Manolo Escobar, la cosa no se puede resolver dando datos, aunque sean datos como panes. Aquí hace falta antifascismo militante –piensa Echenique– y decide mandar a varios de sus diputados a colocar bombas fétidas en los despachos de sus señorías de VOX y chinchetas en sus escaños. En la próxima sesión de control veremos el culo vasco-español de Abascal ultrajado por las chinchetas que ha ordenado colocar Echenique en su mullido escaño. Me imagino el brinco y el grito que dará el pobre Santi y las lágrimas solidarias de Fernando Savater. Ábalos por fin podrá reír a carcajada limpia cuando vea al inmenso Ortega Smith agacharse para hacerse cargo del culo herido de su jefe. Espinosa de los Monteros se desmayará (el olor de todo aquello será tan intenso como el brazo incorrupto de Santa Teresa) y Macarena Olona le mirará con desprecio y pensará: ewok de mierda…
Y así podría yo seguir delirando imaginado la sede de la soberanía popular como un circo. Creo que es sano tomarse de vez en cuando las cosas a broma. La coña marinera puede ser terapéutica y yo a veces necesito reírme para no enfadarme. Pero lo que están permitiendo hacer a la ultraderecha mediática y política en el Congreso es grave. Es indecente que se permita a fascistas mediáticos como Negre o sus colegas asalariados del tabloide de Inda violentar el Congreso. El 3 de julio de 2019 un asalariado de OK diario entró en mi despacho y el de Irene Montero sin permiso y después publicó varias fotografías y vídeos del interior de los mismos. No hace falta que les diga yo lo que representa la inviolabilidad del domicilio profesional de un representante de la soberanía popular. Lo denunciamos y la mesa del Congreso finalmente decidió tras muchas dudas sancionar al “periodista”. Sin embargo el Tribunal Supremo revocó la sanción sin que la mesa hiciera nada más. Lo que hacen Negre y su calaña en la sala de prensa del Congreso cada martes es inaceptable pero ya estamos viendo que, a pesar de las protestas de los grupos de izquierdas, los ultras mediáticos siguen gozando de impunidad mientras la presidenta del Congreso silba.
El sabotaje de VOX con el altavoz debería implicar medidas disciplinarias en aplicación de los artículos 101 y 106 del Reglamento del Congreso, pero es más que probable que quede en la más absoluta impunidad, mientras los antifascistas de Zaragoza entran en la cárcel.
La ultraderecha política y mediática sabe bien a lo que juega y cada día ganan terreno. Por desgracia la solución no es tan fácil como poner chinchetas en el escaño de Abascal. Toca, por el contrario, contrarrestrar el peso creciente de los ultras en sectores del Estado a los que ya han puesto a trabajar como oposición al gobierno y a la izquierda.