Las cifras cuentan, pero ellas no demasiado
Cada tres años desde 2003, el informe She Figuras de la Comisión Europea me interpela con una pregunta: ¿Puede Europa aspirar a liderar la innovación global si no cuenta con todo su talento? La edición del 2024, publicada hace unas semanas, confirma que la igualdad de género en investigación e innovación (R+I) avanza a trompicones y por barrios: hay progresos, sí, pero los vacíos son tan amplios como urgentes. Y el nombre del informe es ya, de por sí, una declaración de intenciones. "She" es en realidad un acrónimo que originalmente significaba Statistics in Higher Education (estadísticas en educación superior) que ha evolucionado para alcanzar todo el ecosistema de I+I, sea académico, empresarial o gubernamental. Y ahí está el juego de palabras: She Figuras no sólo se traduce como "las cifras de ella", sino también como "ella figura". Es decir, las mujeres participan, aportan... o deberían hacerlo. Pero la realidad sigue siendo más áspera que la poética del nombre del informe.
Los números hablan solos: las mujeres superan a los hombres en titulaciones universitarias, pero sólo son el 22% de los doctorados en tecnologías de la información y la comunicación, un sector estratégico donde la falta de diversidad agrava la escasez de talento y frena la innovación. Más grave aún, sólo el 9% de las personas inventoras registradas en la UE son mujeres y el 98% de la investigación ignora la perspectiva de género en sus diseños. Esto no es sólo una cuestión de justicia, es un error estratégico. Como señala el informe Draghi sobre competitividad, Europa no puede permitirse excluir a la mitad de su talento en un contexto globalizado e hipertecnológico.
La comisaria de I+I de Europa, Ekaterina Zaharieva, lo sintetizaba en una sola frase: "El talento no tiene género, pero las oportunidades, con demasiada frecuencia, sí". Y es que pese a las políticas impulsadas desde la Comisión Europea, se mantienen y perpetúan las barreras invisibles. Ciertamente, existen avances: por ejemplo, las mujeres representan ya el 51% de los participantes en comités de evaluación. Sin embargo, estos progresos son insuficientes porque sólo el 31% de los proyectos europeos de investigación están liderados por mujeres. Cifras que, aunque mejoran (eran el 23% en el She Figuras de 2021), evidencian un techo de cristal persistente.
Las mujeres no sólo encuentran obstáculos en el acceso a posiciones de liderazgo o en sectores tecnológicos, sino también en la forma en que se construye el conocimiento. Que el 98% de la investigación ignore la perspectiva de género es síntoma de miopía científica. Las mujeres no somos un nicho demográfico, somos la mitad de la población, y las soluciones innovadoras deben tener en cuenta nuestras necesidades y experiencias. Ignorar esto merma la calidad y la relevancia de los resultados.
Si no integramos plenamente a las mujeres en el ecosistema de I+I de Europa, perderemos la carrera global frente a economías que sí apuestan por la diversidad. La igualdad no es sólo un imperativo ético, es la clave para una investigación más creativa, una tecnología más inclusiva y una economía más robusta.