Claudi Alsina: inteligencia y generosidad

La noticia de la muerte del profesor Claudi Alsina me ha golpeado profundamente. Se va un matemático brillante, un servidor público comprometido y, por encima de todo, un maestro y amigo que marcó para siempre mi forma de entender la educación, la política y la vida.

Claudi era una de esas personalidades que combinaba una inteligencia extraordinaria con una generosidad infinita. Doctor en matemáticas, divulgador incansable y autor de numerosos libros que acercaron las matemáticas a generaciones de estudiantes ya la ciudadanía en general, supo trasladar el rigor científico a cualquier espacio en el que trabajara. Su capacidad pedagógica era inmensa: hacía fácil lo difícil y hacía amar lo que muchos temían.

Cargando
No hay anuncios

Lo conocí en el terreno institucional, cuando ejercía de director general de Universitats junto al conseller Andreu Mas-Colell, en aquellos años decisivos en los que se construyó la primera ley de universidades de Catalunya. Su competencia y visión fueron determinantes para proyectar un sistema universitario moderno, exigente y al servicio del país y, sobre todo, un modelo singular que equiparaba a Cataluña a las grandes potencias universitarias mundiales. Claudio escuchaba, analizaba, estructuraba y, finalmente, encontraba la solución que nadie había visto. Era, en su sentido más profundo, un arquitecto de ideas.

Cargando
No hay anuncios

Cuando más adelante asumié responsabilidades en el ámbito de Universidades e Investigación, Claudi se convirtió en secretario general del CIC y nuestra relación personal se convirtió en una amistad que ha sido, para mí, un regalo de vida. Fue a la vez maestro, consejero y confidente. Sus palabras nunca eran banales; siempre aportaban contexto, historia, prudencia y una mirada amplia que ayudaba a entender los retos con serenidad y ambición. En los momentos difíciles, él siempre encontraba la forma de transformar la complejidad en una oportunidad.

Recordaré siempre las conversaciones largas, a menudo entre risas, en las que mezclábamos política y matemáticas como si fueran dos caras de un mismo reto: buscar la verdad y construir sentido. Porque Claudio era eso: una persona que construía, que hacía crecer, que iluminaba.

Cargando
No hay anuncios

El país pierde un científico excepcional y un gestor público de primera línea. Yo pierdo a un amigo querido, un referente y un hombre bueno. Pero su legado perdura en los libros que escribió, en las instituciones que ayudó a construir y, sobre todo, a todas las personas que tuvimos la suerte de aprender a su lado.

Gracias, Claudio, por tanto. Que la tierra te sea leve.