Condenados

Ahora que es verano, la estación más pesada del año, con o sin calor extremo, la sensación que tenemos los afortunados del mundo es que nos liberamos de nuestras rutinas habituales, cambiamos de aires y nos movemos más o menos por donde nos apetece y, sobre todo, por donde nos lo permite el bolsillo. Pero la importancia de moverse, sea más o menos lejos, debemos valorarla especialmente. Cada vez más. Porque mientras unos cogen barcos para visitar sitios nuevos, otros los cogen para huir de sus países de nacimiento. Mientras unos pueden decidir cómo y dónde moverse de vacaciones, otros tienen los movimientos restringidos para vivir.

Trump acaba de inaugurar la Alligator Alcatraz, una cárcel, o, dicho como se dice ahora eufemísticamente, un centro de detenciones, situada en un paraje natural lleno de humedales donde habitan caimanes, cocodrilos y pitones y, he aquí el homenaje a la célebre cárcel de Alcatraz, un lugar del que solo se puede salir si estás dispuesto a morir. Así lo ha expresado con su carisma habitual el presidente del mundo occidental, que dijo que si los que entran quieren escapar, "huyendo en zigzag tienen un 1% más de posibilidades de sobrevivir". Por eso, "la única salida es la deportación", ha dicho el presidente de Estados Unidos, que no solo sigue manifiestándose como un permanente agresor de los derechos humanos, sino también del ecologismo. La cárcel se ha construido en una zona de especies animales y vegetales protegidas, pero para él esto es una ventaja, porque teniendo a los caimanes como vigilantes gratis, se ahorran un montón de policías. Sin embargo, los pobres caimanes no son los malos de la película, ya que no suelen atacar a los humanos, por más que pongan cara de tener ganas. De hecho, en este sentido son mucho más peligrosos Trump y su administración de secuaces, que justifican las deportaciones masivas por los antecedentes penales de los deportados. Todo ello una forma muy creativa de solucionar los problemas con la inmigración y, sobre todo, de estigmatizarla. Pero no hay que otorgarle a él todos los méritos. En realidad, no se ha inventado nada, a pesar de que su ego le haga creer lo contrario. La moda de deshacerse de las personas de la forma más radical posible viene de lejos y se lleva en muchos otros lugares. Si no se tienen caimanes, se buscan otras soluciones. Dejarlos morir en el mar es una de ellas. Y no hace falta que tengan antecedentes penales. Lo que decíamos. Los caimanes, al final, son las buenas personas de esta historia.

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Pero la historia no se hace solo con devoradores de personas, también hay personas que deciden seguir siéndolo. No se encierran a sí mismas en una cárcel, aunque, "por el bien de la infancia", haya quien lo recomiende. La manifestación húngara del pasado fin de semana es un ejemplo clarísimo de que lo que mejor se puede hacer contra los opresores es ir contra sus prohibiciones injustas. No hay nada más perverso, actualmente, que un heterosexual que sigue obsesionado con los homosexuales. Nada más perverso que un heterosexual que sigue obsesionado con los derechos de las mujeres. Por lo tanto, el acierto siempre es estar en el bando contrario de estos perversos. Y manifestarlo. Que dejen a los caimanes y a los homosexuales tranquilos. Y si hoy nosotros tenemos el derecho a poder movernos libremente por la mayoría de países del mundo es solo por el azar de haber nacido aquí. Quien no tiene ese derecho no suele tener antecedentes penales. Sencillamente, ha tenido la mala suerte de vivir en una cárcel. Pero por si se le olvida, le construyen otras nuevas.