COP28: paradojas y resultados

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Sultan Ahmed al Jaber y Simon Stiell se abrazan durante una sesión plenaria de la COP28.

El pasado martes se encerró en Dubai la COP28. Las COP son un escaparate, contradictorio y paradójico, de las relaciones económicas y políticas internacionales. La COP28, como en las anteriores, ha sido de hecho dos conferencias. Una formal, de los gobiernos, con los diplomáticos discutiendo los términos de los acuerdos y las resoluciones. Y un encuentro paralelo, donde van todos: políticos, empresas, científicos, ONG y este año 1.200 lobbistas de las industrias del petróleo y el gas. En la COP28 se habían registrado 100.000 personas, de las que 70.000 acudieron.

La paradoja es negociar la descarbonización del mundo mientras se negocian grandes contratos de petróleo y gas natural. En la COP28, los países productores de petróleo se han opuesto al avance en la sustitución de los combustibles fósiles. El cambio climático es un problema global que por tanto requiere una solución global. El Protocolo de Kyoto fue el principio -importante, pero insuficiente, por falta de masa crítica de países- de la política climática multilateral. La COP de París, en 2015, alcanzó un acuerdo mínimo para sustituir a Kioto a partir de 2020 y decía textualmente que el objetivo es “mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2ºC respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos por limitar este aumento de la temperatura a 1,5ºC respecto a los niveles preindustriales”.

Han sido necesarios ocho años y siete COP más para escribir que este objetivo comporta de forma ineludible “hacer la transición para alejarnos de los combustibles fósiles” . Y aún así, la solución global choca con la inexistencia de un gobierno global que pueda facilitar los acuerdos y sobre todo que los implemente y vigile su cumplimiento. Al lema MRV de la mitigación —medir, reportar y verificar las emisiones— carece de un elemento clave: “Hacerlas cumplir”. Los fumadores dejan de fumar con tratamiento y prohibiciones, no apelando al buen comportamiento voluntario de las compañías tabaqueras.

El acuerdo más importante de la COP28 es el compromiso de alejarnos de los combustibles fósiles si queremos tener alguna posibilidad de cumplir el objetivo del grado y medio. Pero ha habido otros acuerdos. Se ha aprobado el Fondo de Pérdidas y Daños. Se ha acordado triplicar el uso de las renovables. Se ha acordado cortar las emisiones de metano. Se han acordado reducciones de emisiones en el transporte, la eliminación de subsidios a las energías fósiles y medidas de mitigación en los campos de la alimentación y el uso del suelo.

De estos temas adicionales, el Fondo de Pérdidas y Daños es clave, primero porque opera un compromiso de la COP27 de Sharm el Sheij, y segundo porque ataca el tema clave de la adaptación al cambio climático. La magnitud de las contribuciones a éste y otros fondos dará la medida del compromiso y la ambición de los países ricos. No sólo ha costado ocho años escribir que deben ir abandonando las energías fósiles, sino que, mientras tanto, tampoco se ha avanzado demasiado en el fortalecimiento de las contribuciones nacionales ni en las transferencias financieras para los países en desarrollo. Veremos a partir de ahora.

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