Toni Cruanyes: "La Copa América dejó unos 1.000 millones de euros de beneficio"
Jordi Valls: "Por cada euro que ha puesto el sector público se han facturado 17. En términos económicos yo creo que ha tenido un resultado positivo".
TV3. 'TN tarde', 5-3-2025
Cuando se estaba decidiendo dónde tendría lugar la última edición de la Copa América, yo era concejal del Ayuntamiento de Barcelona y jugué un cierto papel a la hora de convencer a la alcaldesa para que apostara. No me arrepiento, porque en ese momento me parecía que la ciudad necesitaba una inyección de optimismo. Empiezo dejando constancia de este hecho para que no se malinterprete el resto de este artículo.
He tenido la paciencia de leer el informe que acaba de presentar la entidad pública Barcelona Capital Náutica y que ha sido elaborado por una institución de la mía alma mater, la Universidad de Barcelona. Pretende medir el impacto económico que dicha celebración ha tenido sobre Cataluña y sobre la ciudad. Es muy similar a otros muchos que he tenido ocasión de estudiar en los últimos años y, como todos ellos, cae de las manos.
Todos estos estudios pretenden demostrar una idea contraintuitiva: que el gasto crea riqueza. En caso de que nos ocupa, que es un buen negocio organizar una fiesta.
La idea es la siguiente. Una administración pública paga un evento que atrae a público. Este público desprende dinero en forma de desplazamientos, restauración, hostelería, compras por impulso, etc. Este gasto, a su vez, exige compras de productos por parte de las empresas suministradoras, crea puestos de trabajo y genera salarios y beneficios. Los beneficiarios de estos ingresos, a su vez, despenden ese dinero en otras compras, que, a su vez, generan más facturación, más puestos de trabajo, más salarios y más beneficios, y así sucesivamente en un mecanismo que los economistas denominamos "multiplicador" porque el resultado final es muy superior al impacto inicial. Es muy superior en todos los sentidos, y concretamente en forma de puestos de trabajo creados y en forma de ingresos fiscales generados en forma de IVA y contribuciones a la Seguridad Social. Por eso suele concluirse que las administraciones públicas acaban ingresando más dinero que el que habían puesto en un inicio. En el estudio que ahora consideramos, los autores estiman que por cada euro que el conjunto de las administraciones públicas pusieron en la edición de la Copa América, han acabado recaudando 3,3 euros: ¡un negocio redondo!
Estos estudios pertenecen al mismo conjunto de productos académicos que la curva de Laffer, que popularizó Reagan a principios de los años 1980 y de acuerdo con la cual una reducción de impuestos puede poner en marcha una recuperación económica tan vigorosa que el fisco acabe recaudando más dinero. Su base científica es la misma que la que sustenta la capacidad curativa del hipoclorito sódico contra el cáncer o contra la cóvido: ninguna.
¿Cómo es posible que las universidades sigan generando estudios como el que nos ocupa? Por dos motivos: porque hay instituciones dispuestas a pagar para que alguien defienda lo indefensable y porque es posible imaginar unas circunstancias muy concretas en las que este tipo de efectos sorprendentes puedan darse.
Estas circunstancias muy concretas se concretan en una aguda parálisis económica con mucho paro. Sólo en este caso excepcional podría darse el caso de que un gasto público o una reducción de impuestos pudieran acabar generando mayores ingresos impositivos. El padre de este concepto –JM Keynes–, que escribía en medio de una de las crisis económicas más agudas que ha vivido el capitalismo, argumentaba que la cuestión era que el estado pusiera en marcha obras públicas, aunque consistieran en abrir y tapar agujeros en el suelo, porque sólo así podría desbloquearse una economía paralizada.
¿Qué relación existe entre esta situación excepcional y crítica y la Cataluña que acogió la Copa América? Ninguna. Es cierto que mucha gente contempló las embarcaciones, y es cierto que esa gente gastó dinero en la ciudad. Sin embargo, de esto no se puede deducir que sin las regatas el número de visitantes habría sido menor, que los puestos de trabajo habrían sido menores o que el PIB habría sido inferior al observado. Sencillamente, los turistas, los empresarios y los trabajadores habrían hecho otra cosa.
De hecho, me he entretenido en estudiar las cifras de pernoctaciones en los hoteles de Barcelona y no se puede observar en modo alguno que en los meses de septiembre y octubre del año pasado hubiera más que las que habría habido sin la Copa América.
Algo debería estar claro: si organizar unos Juegos Olímpicos fuera un negocio, no cabe duda de que Suiza ya habría organizado alguna edición.