Muchas personas se preguntan estos días cómo es posible que un dirigente político que convive intensamente con miembros de su equipo no sea consciente de la corrupción sistemática que se produce en algunos casos. Y aparentemente tienen razón, parece imposible haber estado al lado, durante años, de un tramposo consumado, y no haber detectado ningún atisbo de su actividad fraudulenta. ¿Tan poca vista, tan poca sensibilidad tienen estos dirigentes para no darse cuenta de lo que, forzosamente, tiene que tener algunas manifestaciones externas?
Sin ningún afán de justificar nada ni a nadie, porque la corrupción es un cáncer para la democracia, creo que no se puede atribuir toda la responsabilidad a los dirigentes políticos, dadas las condiciones de su trabajo. Cuando se ocupa alguno de estos cargos, si los asumes con todas las consecuencias y ganas de trabajar para el progreso colectivo, renuncias a muchas cosas. Ya sé que se ha difundido la idea de que ocupar un cargo político es una especie de prebenda, de oportunidad de enriquecerse sin trabajar demasiado. No diré que no haya quien lo ve así, pero mi experiencia en un par de cargos públicos me mostró que la mayoría de las personas que los ocupan lo viven como una oportunidad para contribuir a la mejora de la sociedad y, al mismo tiempo, como un enorme esfuerzo, que exige muchas renuncias personales. Por supuesto, es una renuncia a tu tiempo, a tu descanso, a tu ocio. Una renuncia a hacer lo que crees conveniente, porque es necesario pactarlo todo. ¿Poder? ¡Ay, qué poco! Siempre me sentí mucho más libre y empoderada como profesora de universidad que como concejala o directora general, situaciones en las que estás "al servicio del pueblo", por así decirlo, las 24 horas del día, y para hacer lo que toca, no lo que querrías hacer.
Entre las muchas renuncias que exigen los cargos, hay una muy importante: la renuncia al control de lo que ocurre en tu entorno, porque este control resulta imposible. Por ejemplo, ¿qué dirigente político tiene los conocimientos necesarios y el tiempo suficiente para hacer el seguimiento, paso a paso, de los presupuestos que le presentan las constructoras con las que debe contratar? ¿Quién sabe el precio de los materiales y de la maquinaria, los márgenes empresariales, y sobre todo, quién tiene tiempo de averiguarlo? A menudo, en la dirección general que ocupé durante unos tres años, firmaba contratos, y una de mis colaboradoras me decía "Ten cuidado, eso que firmas te puede llevar a la cárcel". Y yo era consciente de ello, pero ¿qué podía hacer? O lo firmaba o dimitía, porque no podía bloquear cualquier programa esperando tener un rato, que no llegaría, para comprobar los datos donde se podían esconder las corruptelas y las trampas. Había que asumir riesgos, y para poder hacerlo con cierta tranquilidad era necesario confiar en mi equipo y en las personas encargadas del control de los gastos. La confianza en tu equipo es el único recurso que permite seguir cuando el control personal se hace imposible. Y me imagino lo que esto debe de representar al nivel de un jefe de gobierno, de un conseller o de un ministro.
Las responsabilidades no pueden ser individuales, en estos casos. Los cargos son ocupados por personas, con sus limitaciones, tanto en los conocimientos como en las fuerzas físicas; de hecho, son cargos mal diseñados, porque teóricamente requieren unas capacidades tan extraordinarias y tan variadas que prácticamente nadie las posee. En cierto modo, pedimos a las grandes figuras políticas lo imposible para un ser humano. Me diréis que si es tan difícil por qué se meten. Pues justamente porque es tan difícil cada vez hay menos personas valiosas dispuestas a ocupar estas posiciones, y sobre todo habrá, ya está habiendo, cada vez menos personas honestas y responsables para hacerlo, y más gente que accede a ellas para enriquecerse o por vanidad, como desgraciadamente estamos comprobando.
La solución, en mi opinión, tiene que venir por otro camino. Si hay corruptos se debe a que hay corruptores y muchas formas de corrupción. ¿No es corrupción dar millones a un candidato para su campaña política? ¿Y por qué se permite? ¿Cuántas empresas han sido sancionadas por haber corrompido? Automáticamente deberían quedar apartadas para siempre de cualquier contrato público. ¿Se ha exigido el regreso de hasta el último centavo a los corruptos? Es necesario que el control sea sistémico, no individual.
Ahora la corrupción se ha vuelto un arma política, para desgastar a los rivales, y justamente por eso no se están creando mecanismos reales para controlarla, para demostrar que no solo Roma no paga a traidores, sino que les hace pagar tan cara su traición que a nadie le quedan ganas de intentarlo.