Hace pocos días se inauguró Manifiesta 15. Una bienal de arte contemporáneo que, a diferencia de otros, va cambiando de sitio en cada edición. Lo anterior fue en Pristina, la capital de Kosovo. Pero este año, la edición de Barcelona es totalmente nueva. En las catorce ediciones anteriores, las actividades se concentraban en una ciudad. En Marsella hace seis años, o en Palermo hace ocho. Esta vez, por petición expresa de la candidatura de Barcelona, las actividades artísticas se despliegan por doce ciudades de la región metropolitana de Barcelona.
El día de la inauguración de la bienal, en el lugar que es sin duda el más emblemático, las Tres Chimeneas de Sant Adrià, el representante de la ciudad de Palermo que asistía me decía que había podido visitar las diversas sedes de Manifesta y que había quedado maravillado con lo que había visto. No sólo por el contenido de lo que había encontrado en cada sitio, sino sobre todo por descubrir que hay mucha vida, mucha cultura, mucha riqueza artística más allá de Barcelona. “Barcelona, a nivel internacional –me decía– lo tapa todo. Y no podía imaginar lo que he visto en Terrassa, en Mataró, en Cornellà o en Granollers”. No tenía palabras para describir las sensaciones que había tenido visitando la Casa Gomis en La Ricarda, obra del arquitecto Antonio Bonet Castellana, y añadió que debería entrar definitivamente en la lista de casas icónicas del mundo, junto a la Casa de la Catarata de Frank Lloyd Wright o de la Ville Savoye de Le Corbusier.
En cada una de las doce ciudades (Barcelona, Hospitalet, Cornellà, El Prat, Sabadell, Sant Cugat, Terrassa, Granollers, Mataró, Santa Coloma, Badalona y Sant Adrià de Besòs) hay magníficas exposiciones y edificios y patrimonio a descubrir hasta finales de noviembre, cuando termina la bienal. Pero más allá del hecho hay algo que debería pervivir y reforzarse, que es lo cultural metropolitano. Estos más de 5 millones de personas que se reúnen en un espacio de algo más de tres mil kilómetros cuadrados, comparten muchos elementos característicos de la vida urbana y también muchas de sus ventajas y problemáticas. Pero no disponen de un sistema de gobierno común ni siquiera de un espacio en el que reunirse y debatir de lo que comparten. Muchos de sus habitantes viven, trabajan y hacen otras cosas en más de una ciudad. Y son, por tanto, ciudadanos de más de un sitio.
Ahora, con Manifesta 15, pueden constatar si tienen experiencias similares que pueden compartir, en lo que se refiere a la cultura ya las inquietudes que esta edición incorpora, en las relaciones entre sociedad, naturaleza y arte. Hace ya muchos años que hablamos de la necesidad de avanzar hacia formas de gobernanza democrática que refuercen lo que ahora tenemos. No hace falta deshacer nada. Lo que hace falta es añadir instancias y, sobre todo, buscar temas y actividades que permitan ir tejiendo complicidades entre los actores institucionales que actúan. Es evidente que hay una serie de temas que han hecho del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) un espacio importante para los 36 municipios que forman parte y que reúnen a más de 3 millones de habitantes. Transporte, residuos, medio ambiente, servicios básicos son ejemplos de ello. Pero seguramente existen varias posibilidades que han ido apareciendo y que podrían reforzar aún más esta federación municipal sin que cada ayuntamiento perdiera identidad y capacidad de hacer la suya.
Lo que Manifesta 15 pone sobre la mesa es un paso más de articulación en el ámbito de la cultura, que interpela a los más de 5 millones de habitantes de la región metropolitana que viven y se mueven en un área de 3000 km². El doble de superficie de lo que es hoy el municipio de São Paulo o Ciudad de México, y seis veces más que la superficie del AMB. Ya existen experiencias positivas en este sentido. Hace años que se hace la Decimoquinta de Danza Metropolitana y hace años que, en el marco de la Diputación de Barcelona, comparten un magnífico servicio de bibliotecas y otras dinámicas ambientales y de movilidad.
La cultura permite realizar actividades de articulación social llenas de contenido más allá de los límites, muchas veces artificiales, de cada ciudad. Con la ventaja de que, al mismo tiempo, no ponen en cuestión lo que cada municipio quiere decidir y hacer por su cuenta. Se está preparando ya el Congreso Internacional de Ciudades Educadoras, que tendrá lugar en Granollers en 2026 y que tiene como tema central “Educación y cultura en la ciudad/comunidad”. Una nueva oportunidad para tejer vínculos y organizar actividades conjuntas más allá de los límites de cada municipio.