Deseo y violencia sexual

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Hasta hace unos días no sabía quién era Naim Darrechi, el tiktoker español que más seguidores y seguidoras acumula (casi 27 millones). Pero esta semana su nombre se ha viralizado, después de demostrar en una entrevista con el youtuber Mostopapi que vive el machismo de una manera tan naturalizada que banaliza y se enorgullece públicamente de la comisión de un delito de violencia sexual, que ni identifica como tal.

Darrechi hacía bandera del engaño que utiliza en sus relaciones sexuales, aduciendo una falsa esterilidad para no tener que usar condón y calmar su deseo de correrse dentro de las chicas, importándole muy poco lo que ellas piensan o desean. 

El nivel lamentable de sus razonamientos y la simplicidad de las afirmaciones impacta, pero lo que es realmente grave es cómo normaliza un delito sexual poco conocido pero desgraciadamente muy extendido: el stealthing (quitarse el condón a escondidas, sin consentimiento). Con esta práctica se ataca de forma frontal la libertad de la mujer con quien se tiene relaciones sexuales y se demuestra que la violencia sexual no requiere del uso de la fuerza física, ni de la amenaza; se produce cuando agredes al otro sin respetar ni tener en cuenta su deseo y su voluntad, tanto para decidir si deseas o no tener aquella relación sexual, como para decidir qué práctica sexual quieres compartir. 

Utilizar el engaño para viciar el consentimiento con el único objetivo de saciar el deseo propio es una práctica que se produce como triste consecuencia de siglos de cosificación de las mujeres. Muchas sienten que su dignidad ha sido violada, porque las mujeres no soñamos secretamente con que los hombres se corran dentro nuestro, y menos todavía sin saberlo o utilizando el engaño. No nos mola, no lo deseamos y no nos gusta, porque esto es violencia. Es absolutamente asqueroso que todavía esté tan extendido este discurso falocéntrico, centrado en la eyaculación del hombre y su placer, que convierte a las mujeres en objetos. Así es como se erotiza la violencia sexual. 

Explicar todo esto que ha explicado Darrechi públicamente, como muestra de masculinidad, vanagloriándose de la admiración social que le reporta esta forma de dominio, explicita las carencias de la sociedad patriarcal en laque vivimos. Con cada caso en el que no se tiene en consideración el placer del otro, en el que se le cosifica y se le hipersexualiza, se hace evidente que el machismo sigue en plena forma e inyectándose entre la juventud.

Esta situación, que desgraciadamente no es un caso aislado, ha encendido todas las alarmas y ha provocado que el ministerio de Igualdad haya llevado el caso a la Fiscalía, mientras que el Gobierno Balear también ha emprendido acciones judiciales. La semana pasada se aprobaba la ley del "solo sí es sí", que esperamos suponga un paso importantísimo en la lucha contra las violencias sexuales. De una vez por todas, hace falta que socialmente entendamos que lo que no se desea, lo que no se consiente, lo que no se decide conjuntamente y en plena libertad, es violencia sexual.

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