Después de X: un sistema digital público

La Universidad de Barcelona ha anunciado que se marcha de la red social X (antiguo Twitter) porque fomenta los mensajes de odio y la desinformación. Es la primera universidad del estado español en hacerlo, sumando así a una serie de organismos, como los diarios The Guardian o La Vanguardia, que han abandonado también la cobertura. Es una evidencia que formar parte de una red que está en manos privadas de un multimillonario de ideas ultraconservadoras como Elon Musk, que tiene sus propios intereses, no es ni será nunca un buen espacio para el diálogo, la transparencia y la comunicación respetuosa y fluida. Quizás ha llegado la hora de ser innovadores e imaginar otros sistemas donde la democracia sea el núcleo de la red y los organismos públicos quienes velen.

La red X promueve el conflicto y la polarización social, entre otras cosas porque se ha sumado a la máxima de repetir mentiras una y otra vez hasta que parezcan verdad, un método muy utilizado por la extrema derecha y por el propio Trump. El fenómeno deilusión de verdad consiste en que lo importante no es la verdad, sino la repetición. Se atribuye a Goebbels la afirmación de que, si se repite bastantes veces, una mentira se convertirá en verdad. El mecanismo psicológico que lo sustenta es que las personas tendemos a valorar los elementos que hemos visto anteriormente como más probables de ser ciertos, independientemente de si son verdad o no, por la única razón de que estamos más familiarizados con ellos.

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Se calcula que un 20% de los mensajes que emite la red X son fake news, noticias falsas, promovidas por los bots o cuentas anónimas y reforzadas por los algoritmos. Así logran convertir las certezas en opinables, en dudas, que finalmente se dejan de creer. Repetición, simplicidad, emocionalidad y construcción de enemigos son técnicas de dominación conocidas y muy utilizadas en X. Estas premisas, que consideran la moralidad como una debilidad, el liderazgo como una tiranía, y se basan en la falta total de escrúpulos, tienen consecuencias nefastas para la población, que entra en confusión, conflicto y polarización.

Los anuncios de abandono de X han dejado a mucha gente perpleja. En una sociedad tecnificada como la nuestra, cuesta imaginarse renunciando masivamente a las redes sociales, así que muchas personas están buscando alternativas. La propia Universidad de Barcelona ha anunciado que se la podrá encontrar en Bluesky. Otros anuncian su emigración hacia Threads.

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Pero, ¿quién está detrás de estas redes? Threads depende de Meta, la empresa de Marc Zuckerberg, matriz de Facebook e Instagram, y tiene funciones similares a X. En octubre pasado contaba con 275 millones de usuarios mensuales.

El creador de Bluesky fue un cofundador de Twitter, Jack Dorsey, y la diferencia con otras redes es que intenta un enfoque descentralizador que dé mayor control a los usuarios sobre la plataforma. Tras las recientes elecciones en Estados Unidos, ha experimentado un aumento significativo de seguidores, alcanzando los 14,5 millones.

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Ninguna de las dos plataformas está exenta de problemas. Meta ha sido criticada por priorizar el prestigio sobre el bienestar de los usuarios, especialmente en Instagram, donde conocemos altos índices de acoso y bulimia. Y ambas redes afrontan retos de escalabilidad y adopción masiva.

Sin embargo, la democracia necesita una ciudadanía informada para sobrevivir. Una vía es la implementación de políticas claras de moderación de contenidos (se debe recordar que Elon Musk despidió gran parte de estos perfiles en X), prohibir el anonimato a la vez que se protege la privacidad y fomentar un clima de veracidad y respeto. En definitiva, es necesario exigir responsabilidad social a las empresas del ámbito de las redes sociales, regular su actuación y penalizar su incumplimiento.

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Pero lo que me parece más oportuno es la creación de una plataforma pública en Europa. Eliminar la generación de odio es un motivo principal, pero no lo es menos la elaboración de algoritmos igualitarios, que eviten la discriminación de las mujeres, así como el menosprecio e invisibilidad de muchas minorías. ¿No debería plantearse la Unión Europea la puesta en marcha de sistemas públicos digitales? Mientras estemos en manos privadas estaremos sujetos a los intereses de los propietarios de las redes sociales, mientras que una plataforma pública respondería a un régimen democrático. Creo que apostar por un sistema público digital transparente, algoritmos neutros y basado en la evidencia científica es imprescindible.