El empequeñecimiento de Europa
1. Reaccionar. Cuanto más se amplía, más pequeña se hace Europa. Los intereses de unos se anulan con los de otros. Los países que se incorporan vienen cargados de lastres del pasado, de los tiempos atrapados en las inercias totalitarias, y en los países que articularon la Unión Europea los liderazgos decaen de forma inquietante. La voz de Europa se apaga, en un momento en que parece cumplirse la profecía del general De Gaulle: “Tarde o temprano Estados Unidos abandonará el Viejo Continente”. No sé si el general presidente contaba que ese aparente alejamiento no le serviría a Europa para adquirir grandeza, autonomía, poder de relación cara a cara, sino para dejarse comer el alma, en la medida en que Trump cada día es algo más espejo referencial de la derecha europea.
Dice Thomas Piketty que es hora de reaccionar, que nadie espere nada de EEUU, y “que Alemania y Francia lideren una Europa que no puede avanzar pretendiendo tomar decisiones por unanimidad”. Y tiene razón. Es la hora del atrevimiento. Pero esto requiere una fuerza y una claridad estratégica que cuesta encontrar. Antoni Castells, en una conferencia en la Escuela Europea de Humanidades, relataba el paso de la globalización a la autonomía estratégica (cada parte va por su cuenta, pero mirando por dónde puede morder a la otra). Pero, como él decía, ahora mismo Europa no parece demasiado preparada para este episodio.
Fijémonos en los interpelados por Piketty: Alemania se tambalea en manos de Olaf Scholz, que se está quedando sin mayoría, mientras la extrema derecha es la que crece. Scholz es un ejemplo del político sin atributos precisos, que son los que ahora mismo predominan y no ayudan en absoluto a consolidar espacios y afrontar el futuro. ¿Quién vendrá detrás? De momento, no se ve que tome perfil ninguna opción renovadora y, sin embargo, quien avanza es la extrema derecha: EEUU se distancia, pero crece quien busca acomodarse. La mano de Trump es alargada.
En Francia, Emmanuel Macron, que parecía que debía comerse el mundo, rompiendo los clichés de la V República con un reformismo ilustrado, ha culminado una excepcional suma de errores en cadena formando un gobierno en minoría que está tejiendo una gran alfombra en Marine Le Pen y Jordan Bardella. La reacción de la ciudadanía contra el crecimiento de la extrema derecha había dado en la segunda vuelta de las últimas elecciones, con la izquierda llegando en primer lugar, la posibilidad de realizar un gobierno de coalición entre liberales y socialdemócratas. Macron ha preferido gobernar en minoría, abriendo así la puerta a la extrema derecha, que puede hacer y deshacer mayorías según le convenga. Si estos son los que deben despertar a Europa estamos arreglados.
Italia ya ha dado el pase a la extrema derecha. En España, los equilibrios de Pedro Sánchez llegan con dificultad a proyectarse en Europa, con la derecha cada vez más arrastrada por Vox y la sombra de Trump. Los Países Bajos hace tiempo que se tambalean. Y a quienes han ido saliendo de la órbita rusa no les es fácil liberarse de todas las cargas. En cualquier caso, quien se hace notar más es el húngaro Orbán, la pieza rusa sobre el tablero, la vía hacia el autoritarismo posdemocrático que converge desde el otro lado con las derechas autoritarias que crecen por todas partes.
2. Claudicar. Con este panorama, ¿es posible imaginar que Europa tenga suficiente aliento para afrontar el mandato de Trump sin complejos y erigirse a la vez en defensora de la democracia frente a la ofensiva americana? No olvidemos que Trump no es sólo el líder desbocado que seduce a los americanos frustrados: es el muñeco elegido por Elon Musk y compañía para consolidar la extensión al mundo de un nuevo régimen económico con su correspondiente sistema de comunicación. Con el panorama actual ¿alguien puede pensar en serio que los poderes europeos –políticos y económicos– están dispuestos a afrontar las causas de este cambio por una vía democrática, o más bien se irán acomodando a la histeria de Trump, convertido en referente de ¿el autoritarismo postdemocrático? ¿Dónde están los liderazgos del nivel de quienes en otros momentos hicieron que Europa tomara rumbo después de la II Guerra Mundial? ¿Dónde están las propuestas reales para combatir las fracturas que abren brechas cada vez mayores en las sociedades y que son el cultivo que da lugar a las histriónicas promesas con las que el devuelto presidente Trump seduce al personal? Europa necesita actualizar el orden social democrático y recuperar voz en el mundo. Y, en cambio, lo que hace es tambalear al ritmo que marcan los demás, con Von der Leyen y compañía haciendo resonar ya las campanas que Trump hace repicar.