La presentadora Oprah Winfrey acaba de entrevistar, para su programa de AppleTV+, a Will Smith, que acaba de publicar un libro con sus memorias. La conversación se vuelve apasionante, emocionante, llena de historias, con unas cuantas lagrimillas, muchas risas y un vínculo entrañable entre los dos protagonistas. Winfrey tiene el don de convertir cualquier entrevista en épica. Pero justo es decir que en la mayoría de casos siempre obedece a un patrón de conducta que tiene más de teatral y de superficial que de periodístico. Son muchos los presentadores que han decidido imitar el sistema por su eficacia a la hora de arrastrar la emocionalidad del espectador. El método imbuye a la audiencia de la sensación de haber presenciado un diálogo exquisito. Se trata de seguir los siguientes pasos:
- Iniciar la conversación haciendo la pelota al invitado de una manera apabullante. “Son las mejores memorias que he leído nunca” y “Me ha gustado tanto tu libro que con esta entrevista lo único que quiero es hacer justicia al libro y quiero hacerte justicia a ti” son algunas de las frases que Winfrey le dice a Smith. Ella parece incluso turbada por la emoción y hace como si se secase una lagrimilla.
- El invitado entonces se tiene que extasiar con las palabras de la presentadora y exhibir hasta qué punto lo ha conmovido ese reconocimiento. Obediente, le devuelve el gesto de hacerle la pelota.
- En este punto ya se ha creado la atmósfera perfecta para que el éxtasis de los interlocutores se pegue a los espectadores, no por los argumentos ni a través de la razón, sino por la necesidad humana y primaria de querer experimentar el mismo placer. De lo que se trata es de predisponer emocionalmente a la audiencia a querer disfrutar de esa sensación de embriaguez por el momento compartido.
- Para no perder el clima, el presentador o presentadora tiene que sublimar cada respuesta del invitado, como si cada fragmento de su discurso fuera una historia maravillosa sin precedentes. Winfrey incluso evita meter baza en algunas incoherencias o argumentaciones dudosas. Todo, absolutamente todo lo que dice el invitado, es fascinante y provoca un entusiasmo insólito. Y lo que no es fascinante, sencillamente, hace reír mucho. De hecho, el propio Will Smith explica que la risa es la herramienta más eficaz para hacer bajar la guardia de los espectadores y hacerlos más vulnerables.
- El invitado basará cualquier explicación alrededor de su yo, adoptando la actitud de ofrecer a la audiencia un mensaje trascendente y útil para todo el mundo, prácticamente de autoayuda. Su vida y su experiencia son el eje de referencia para el resto del planeta. La presentadora solo tendrá que hacer como si fuera el Santo Grial.
- Para cerrar la entrevista, se volverán a hacer la pelota mutuamente, subrayarán los momentos de emoción y las lágrimas que se han secado y se despedirán de la audiencia.
Misión cumplida. La sensación de bienestar y aprendizaje que imbuirá al espectador le recompensará la hora de entrevista, aunque el resultado de la conversación sea tan efímero que al día siguiente será incapaz de sacar ninguna conclusión ni recordar ningún gran momento.