La Casa Real ha difundido algunas escenas de los primeros días de la princesa Leonor en la Academia Militar. La hija de los reyes de España, vestida con el uniforme de camuflaje y participando en algunas actividades propias de la instrucción. El hecho de que se trate de una chica que se ajusta a todos los estereotipos de feminidad crea cierta fascinación, porque contrasta con la estética bélica tradicionalmente masculina que comporta el ambiente militar. Una de las letanías más habituales en este tipo de informaciones es una cierta obsesión por recordar que los Borbones son gente “normal” y que viven como todo el mundo. Pero, paradójicamente, son precisamente las escenas más cotidianas las que generan mayor fascinación mediática. El reclamo consiste en ver cómo los privilegiados Borbones realizan actividades que no les corresponden por estatus. Los magacines no han tardado en comentar su primera salida lúdica, que definían como “la primera escapada de Leonor” para hacerlo más emocionante. La joven salió a merendar a un bar con sus compañeros de promoción. Concretamente al bar El Tuno. El programa del verano anunciaba el menú del establecimiento: bocadillos, hamburguesas, pizzas, ensaladas, nuggets, croquetas y patatas bravas. Entonces algunas colaboradoras alertaron sobre este tipo de dieta y que, seguramente, a la reina Leticia no le hubiera gustado mucho: “Bueno, a ver, puede hacer un exceso porque va a hacer mucho ejercicio físico”. Otra relativizaba la comida, recordando que era una salida como la de cualquier otro mortal: “Se trata de tomar un Vichy, unos pinchitos y algo de picar”. Otros subrayaban que la princesa no había tenido que hacer las pruebas físicas para acceder al ejército y, por tanto, suponían que la chica no está tan en forma como el resto de compañeros. “Pero bueno, no pasa nada, se adaptará enseguida”. El programa transcribía las declaraciones del dueño del bar agradeciendo la presencia de la princesa. Otro hecho inquietante de la observación de las princesas son los repasos a su físico. La cámara comienza enseñando los pies de Leonor y va subiendo el plano hacia las piernas, después el torso, y finalmente la cara. Es un clásico televisivo para llamar la atención sobre el estilismo, pero cuando se trata de chicas tan jóvenes, aún menores de edad, estos escrutinios minuciosos en su cuerpo provocan aún más angustia que de costumbre. La escena televisiva evidencia, primero, la presión extra sobre las mujeres: se cuestiona lo que podría haber comido y se alerta sobre su estado físico sin motivo que lo justifique. Y después, se insiste en esta manía por vender a la población una monarquía disfrazada de sencillez y campechanía de la que ya hacía gala el abuelo de la criatura. Un escaparate absolutamente seleccionado y controlado, como estrategia de propaganda de la Corona, para normalizar una institución caduca que de normal no tiene nada.