La plaza de los Ángeles, frente al Macba, es territorio predilecto de los skaters.
03/10/2025
Periodista
2 min

El miércoles vi cómo estuvieron a punto de matar a un hombre por la calle. Fue en la plaza dels Àngels, la del Macba, en el Raval de Barcelona. Un monopatinador, un adulto derecho y hecho, que venía directo haciendo equilibrios por encima del muro de las escaleras (el tramo final del muro mide hacia un metro ochenta de altura) dio un salto acrobático en la acera un segundo después de que pasara un peatón. Si llega a tocarle la cabeza oa echarla al suelo, no lo explica. Es inútil que aclare que, cuando le expresé mi indignación, se me quitó de encima enrolado y se fue en dirección a probar otro salto.

Ya hace años que los monopatinadores han privatizado la plaza dels Àngels para su uso, incluido el uso comercial, porque algunos llegan con sus propios equipos de grabación de piruetas y convierten el espacio en un lugar peligroso y desagradable, también las aceras de las calles que llevan. Y eso que allí mismo hay una guardería, una escuela de primaria y un instituto, un poco más abajo.

El Ayuntamiento de Barcelona no importa. Bueno, sí, colgó unas señales con normas que los monopatinadores incumplen escrupulosamente. Llevan años hablando de encontrarles un espacio para que se vayan a patinar, pero se ve que no lo encuentran. O quizás es que estamos ante un lobi poderoso. O que prima el toque canalla urbanita de los patinadores frente a la fachada de un museo de arte moderno, que proporciona una buena foto a los turistas.

Han pasado unos días desde el incidente, y lo que más me afecta es la falta de empatía del sujeto, al que todo se le jodía. Por no hablar de la falta de respeto y del poco sentido de la responsabilidad individual. Una plaga de rebeldía mal entendida se ha apoderado de la convivencia en la calle, como si fuera necesario atropellar al otro para marcar territorio y sentirse a alguien.

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