Gaza, un nuevo fracaso de la humanidad

Esta semana empezó con una llamada internacional de veintiocho países de Occidente, que exigen un alto el fuego en Gaza y denuncian abiertamente las políticas -los crímenes de guerra- del gobierno israelí en la zona. La lista de los países que firman la llamada es importante e interesante, tanto por las presencias como por alguna ausencia de peso (Alemania). En cualquier caso, un pronunciamiento de estas características y de esta amplitud (hay en la lista incluso algún gobierno con simpatías sionistas, como el de Italia: atención a la habilidad de la premier Meloni a la hora de normalizar la presencia de la extrema derecha en la política internacional), es, de por sí, relevante. Pero a la vez, tiene un efecto nulo en cuanto a lo que los firmantes piden que acabe: el sufrimiento extremo y "sin precedentes" de la población en Gaza.

Las noticias diarias que llegan de Gaza hace mucho tiempo que han desbordado el umbral de tolerancia al horror televisado de la mayoría de personas. Salvo, eso sí, aquellas que todavía son capaces de apoyar a un gobierno formado por un gobernante como Netanyahu —que ha demostrado ser capaz literalmente de lo que sea por no tener que responder ante la justicia por los casos de corrupción que le afectan— y por sus socios de la extrema derecha religiosa. Los ultraortodoxos judíos tienen en común con las extremas derechas de Occidente ser unos fanáticos con un respeto nulo por la vida humana, en especial por la de los que señalan como enemigos. Aquí, en nuestro país, aquellos que los apoyan todavía suelen presentarse como partidarios de un supuesto "pensamiento fuerte", contrapuesto a la también supuesta debilidad de los progresistas, que caricaturizan como woke, o con la imagen aquella merdosa de los lirios en la mano. En fin, ni son fuertes ni tienen pensamiento. Pero sí el peligro de sumar con los populismos ultranacionalistas, como ya explicaba Stefan Zweig en sus memorias, El mundo de ayer, que hablan de la Europa de hace cien años pero que parecen escritas hoy mismo.

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Gaza es la máxima expresión de hasta qué punto la política se ha separado del derecho internacional, y lo que es peor: cómo lo ha hecho impunemente y cómo esto también se normaliza en el día a día en los despachos y asambleas de negociación. la Paz (aunque a este premio casi no le viene de aquí) El dolor en Gaza es insufrible, pero decir que no tiene precedentes sólo es una figura retórica: tiene precedentes, y desgraciadamente también existen ahora mismo situaciones comparables en cuanto a matanzas masivas de civiles indefensos, como las que se producen en el Sudán. erigirse en el símbolo: la cloaca por donde pasa abajo y se cuela, chupada por la suciedad, una cierta idea de humanidad.