Los valencianos no fueron víctimas solo de la gota fría. A la furia del agua la precedieron la falta de profesionalidad de los equipos de prevención y del gobierno extractivo de Carlos Mazón, incapaz de gestionar la situación. Pero una semana después, con bajos, empresas y viviendas aún anegados, casi dos centenares de muertos por identificar, toneladas de chatarra para sacar de las calles, problemas de suministro de agua potable, riesgos para la salud pública y un número no publicado de desaparecidos, la quiebra colectiva de los servidores públicos es impresionante. A la furia del agua la ha seguido también una increíble e indigna pugna política entre el PP y el PSOE. Al intento de utilización de la tragedia por parte del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, acompañando a un Mazón noqueado e incapaz, lo siguieron un "si quieren ayuda que la pidan" del presidente del gobierno, Pedro Sánchez. La pugna política en Madrid, incluidos los medios que retroalimentan la olla a presión de la capital, ha condicionado la reacción del Estado en la peor catástrofe natural vivida en democracia. No es cuestión de competencias, sino la actuación inmediata con todos los medios disponibles cuando los ciudadanos lo necesitan. Hay que poner todavía los medios materiales para salir del barro y superar el olor a muerte y destrucción. Después llegarán ya las fotografías y también la rendición de cuentas. La empatía es hacer todo lo que tienes en tus manos, y no el abrazo frente a las cámaras.