Giro histórico en la Suecia de Olof Palme

BarcelonaDurante la Guerra Fría, la socialdemocracia sueca, representada en la figura histórica de Olof Palme, fue un bastión en defensa de la neutralidad de su país. Los suecos no quisieron entrar en la OTAN cuando existía el Pacto de Varsovia y miles de cabezas nucleares apuntaban hacia Europa, y mantuvieron este no alineamiento cuando la URSS se hundió. Pero este paradigma histórico empezó a cambiar cuando la Rusia de Putin invadió Ucrania y se convirtió en una amenaza para todos sus vecinos, incluyendo a la también neutral Finlandia. El Partido Socialdemócrata Sueco, que gobierna en minoría, ha anunciado este domingo que se suma a la petición de entrada a la OTAN, de forma que se asegura que la votación que tendrá lugar el martes en el Parlamento saldrá adelante. Este mismo domingo, Finlandia, que tiene una frontera de 1.300 kilómetros con Rusia, ya ha formalizado la petición de ingreso.

La guerra de Ucrania, pues, ha alterado los viejos equilibrios geoestratégicos y ha inaugurado una nueva era en la que la OTAN ha recuperado el sentido que muchos pensaban que había perdido con la desaparición de la Unión Soviética. La Rusia de Vladímir Putin invadió Ucrania pensándose que todavía operaba el viejo esquema de las áreas de influencia, que permitieron por ejemplo que los soviéticos chafaran con sus tanques la Primavera de Praga en 1968 sin que nadie hiciera nada. Pero ahora las cosas son diferentes. Lo son tanto que Putin parece que no está consiguiendo ninguno de los objetivos que se planteaba con la invasión.

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Si pretendía una victoria rápida y derrocar al gobierno de Zelenski para colocar uno títere, ha fracasado. Si buscaba agravar las diferencias entre los socios de la Unión Europea, también ha fracasado. Si esperaba demostrar la debilidad de la OTAN, resulta que lo que ha hecho es fortalecerla y darle una misión que hasta ahora no tenía: la de proteger a Europa de un país que hasta ahora no se consideraba hostil. La OTAN se reforzará por dos vías: con el incremento de presupuesto militar que ahora la mayoría de los gobiernos ven inevitable para obtener un poder disuasorio suficiente para pararle los pies a Putin y también añadiendo a nuevos socios a la Alianza, en este caso Suecia y Finlandia, que se sienten amenazados por Moscú. No parece, además, que los intentos de Turquía, que hace equilibrios con Rusia, para vetar el ingreso de los países escandinavos tengan que tener éxito.

El mundo, pues, nos guste o no, camina hacia una nueva escalada armamentística debido a los delirios expansionistas de Putin, por no hablar de la infinidad de problemas derivados de la invasión, como por ejemplo la subida del precio del gas y los hidrocarburos, que ha disparado la inflación, y el bloqueo de los cereales que alimentan a medio mundo, que podría provocar una crisis alimentaria en lugares como África. El mundo está cambiando delante de nuestros ojos a una gran velocidad debido a una guerra aparentemente lejana, pero que ha alterado profundamente las bases sobre las que descansaba el orden mundial surgido después de la caída del Muro de Berlín. Y los primeros que lo han visto han sido los suecos y los finlandeses.