¡Sí, sí, sí! ¡Gloriosa Castañada!

Sí, sí, claro, ya lo dice todo el mundo: “¿Una castañada en mangas de camisa?” No se entiende, pero bueno que, si hace calor, haremos la Navidad igualmente, y no diremos que la escudella es un plato para ir a picar piedra ya labrar, o para jugar al Risk en familia. De acuerdo, a las Páginas vividas de Folch i Torres y en Tiempo era tiempo de Serrat, hay "panellets y penellons". Y nuestros jóvenes saben qué es el primero de los sustantivos, porque lo hicieron en la escuela, pero no el segundo, porque ya han vivido en un mundo con calefacción. ¿Envolver castañas con papel de periódico? No hay diarios, no es higiénico, seguro que la castañera de antes no pagaba autónomos… ¿Cuántas palabras que tenemos, verdad, terminadas en ada, ¿que indican grupo? Castañada, costillada, fontada, cocinada, calçotada…

Pues bien. Soy la que decía que nuestra castañada era aburrida. Y lo es. Pero ahora, a punto de ponerme el pañuelo en la cabeza, reivindico el aburrimiento. Si alguien disfruta del lujo, el lujo loco, inmenso, de tener chimenea, debe apagar las luces, dejar el móvil lejos (quién sabe si apagarlo) y contar historias de miedo. Claro, las chimeneas de las masías dejan pasar el viento, y el viento hace ruidos pavorosos. Aullidos, gritos de muertes en vida. Aquel que murió en la masía (antes se morían) y que te dice: “Marieta, que ya subo las escaleras...”

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Quizás no tenga chimenea. Bien, significa que vivís en la ciudad, donde, en cambio, tiene bares, restaurantes, librerías, mecánicos... ¡Que no está mal! Pues apague las luces. Y vino bueno, que antes se llamaba así, y calorías y calor. Y literatura oral, por favor. Literatura oral a oscuras. Recogerse es un uso verbal muy bonito. Me recojo. Nos recogemos. “¿Vino rancio?” Decid rancio, pero quizás vale la pena llamarlo “Vino bueno”. ¡Como antes!