Perdedores, perdedores y perdedores...

Más guerra. Ahora Israel-Irán. ¿Hasta dónde llegará esta espiral bélica mundial? Lo escribió Mercè Rodoreda en el prólogo de su novela Cuánta, cuánta guerra, la última que escribió: "Una guerra sirve para que la pierda todo el mundo". Y para que después, tarde o temprano, venga otra para vengar a los muertos. Y así sin fin. La violencia genera odio y violencia. Es la espiral trágica de la historia de la humanidad. También hay una espiral feliz, colaborativa, donde vida y muerte se entrelazan para seguir generando vida, como ocurre en la naturaleza. La guerra es un fracaso de la vida natural humana. La condición humana, la conciencia de estar vivos y de buscar un sentido a la existencia, es una arma de doble filo: nos hace dioses y demonios, nos da un poder a la vez fabuloso y terrible. El amor y la guerra. Eros y Tánatos. ¿Cómo sublimar el instinto autodestructivo? La política, el deporte, el arte, el dinero, la religión... ¿Cuántas cosas hemos inventado y con frecuencia se nos han vuelto a girar en contra, recuperando los instintos bastardos?

El Israel de Netanyahu sigue inmerso en el remolino del miedo y la agresividad. Da la sensación de que el primer ministro es como un adolescente fuera de control, dopado de violencia, que magnifica a los enemigos y dispara a diestro y siniestro contra todo el mundo que se le pone por delante. La brutalidad de Gaza no ha hecho más que excitar su épica militar. Ha atacado Líbano (las zonas controladas por Hezbollah), Siria (con bombardeos incluso en Damasco y Alepo), Yemen (como respuesta a los houthis) e Irán. Sin duda el régimen de los ayatolás no lo dirigen precisamente monjas de la caridad, hace tiempo que amenaza con tener armas nucleares y ha alimentado a los enemigos de Israel. Pero esta nueva "ofensiva preventiva" de Tel Aviv contra Teherán puede encender una mecha peligrosa. El pasado julio, en la anterior demostración de fuerza de Netanyahu, la respuesta fue comedida. Ahora Irán irá más allá.

Cargando
No hay anuncios

"Una guerra sirve para que la pierda todo el mundo". Desde la Guerra Civil Española, banco de pruebas para la Segunda Guerra Mundial, sabemos que las víctimas son sobre todo civiles. Los misiles caen en las ciudades. Los drones buscan supuestamente enemigos concretos, pero dan por descontados "daños colaterales". Por mucho que se sofistique, la guerra siempre es la guerra, la muerte indiscriminada, la brutalidad, la amoralidad. Gaza es una vergüenza para la humanidad. El mundo se está haciendo por momentos más inseguro y feroz. La dinámica de rearme general augura lo peor. La testosterona ultranacionalista de Netanyahu, Putin, Trump y compañía es letal. La diplomacia multilateral, con todas sus debilidades e hipocresías, está dando paso al crudo lenguaje de la guerra: guerra comercial y guerra literal. Perdemos todos.

La población rusa está soportando el coste –en vidas humanas y en pérdida de nivel de vida– de una guerra contra Ucrania que debía ser un paseo. Por supuesto, el descalabro es aún más evidente y cruel en Ucrania, el país atacado. Con la población de Oriente Próximo (incluida la israelí, pero sobre todo la palestina, claro) ocurre más o menos lo mismo. La absurda y volátil guerra arancelaria de Trump ya está empezando a perjudicar sobre todo el nivel de vida de los estadounidenses. El rearme de Europa para hacer frente al peligro del expansionismo ruso, por un lado parece inevitable y por el otro nos empuja hacia el abismo: pero ante la deserción de EE.UU., no podemos dejar sola a Ucrania, ¿verdad? El dilema es endemoniado.

Cargando
No hay anuncios

Netanyahu, que no para de atacar proactivamente, dice siempre que actúa en defensa propia. Todo el mundo se defiende; es decir, todo el mundo ataca. En este contexto desatado, ¿cuánto tardará China en quedarse con Taiwán? Quizás no. Pero el belicismo se ha adueñado de la política. Se nota en la agresividad de los discursos, en la polarización de la opinión pública. La moderación es de cobardes. La dialéctica es de amigos y enemigos. ¿Diálogo? Solo existe confrontación irracional, emocional, sectaria. Al rival, ni agua, hay que despellejarlo por todos los medios. Basta con ver el barro de Madrid. Derrotado el independentismo, ahora el PP-Vox está en guerra contra el PSOE. De nuevo todos saldremos perdiendo.