Con el fascismo y las redes, o con el fascismo de las redes, han entrado en crisis la ironía y la lectura entre líneas. Gana el "usted dijo" y pierde el "pero ¿no ve qué era ironía?" Y también pierde el tono en el que aquello se dijo, porque se está muriendo el esfuerzo por entender qué es lo que se quería decir, y ya no digamos en qué contexto fueron dichas palabras. Con la excusa de que todo sea directo, breve y leedor, acabaremos perdiendo la saludable costumbre de ir sacando nuestras propias conclusiones, porque las conclusiones ya te las dan en una bolsita aparte, como los huesos del caldo.
Hoy, toda la mercancía comunicativa debe ser literal. Incluso literal es el adjetivo de moda, aunque a menudo se trate de una exageración tan manifiesta que, en según qué supuestos, podría crear graves problemas a su usuario, como cuando alguien dice que "mataría por estos zapatos" y alguien le contesta " literal". (Nota para 2025: estaría bien que en diciembre, aparte de la lista de sustantivos del año, también configiéramos la lista de adjetivos que han hecho más fortuna, porque nos ayudaría a entender qué necesidad, y qué creatividad, ha tenido la sociedad durante el año, a la hora de calificarse.)
Así que puestos a pedir regalos caros a los Reyes Magos, este año he puesto en la carta más sentido del humor para todos, más ironía, antenas más afinadas, más tiempo para escuchar sin prisas qué estaban diciendo los demás, no precipitarnos en las conclusiones y fiarnos de nuestras propias conclusiones. "Extra! ¡Extra! ¡Un conocido periodista catalán admite que pide regalos caros a los Reyes Magos!".