IES El Palau y la difamación
"Estos son los maestros catalanes de la infamia", era el titular (en castellano en el original) de una crónica publicada por el diario El Mundo, el 29 de abril de 2019. La pieza iba firmada por el digamos periodista Javier Negre, uno de los difusores más habituales de las falsas noticias de la ultraderecha españolista, a quien últimamente se ha podido ver abrazándose con gente como Javier Milei o Carlos Mazón. La publicación presentaba a nueve profesores del IES El Palacio de San Andrés de la Barca como culpables de un delito de odio contra los hijos de guardias civiles que estudiaban en el centro, a pesar de que todavía no se había celebrado juicio. La crónica iba acompañada por las fotos de los docentes y una ficha para cada uno, con datos de su vida personal y laboral. Por si fuera poco, quien era entonces el influyente líder de un partido llamado Ciutadans, Albert Rivera, publicó la crónica de Negre para El Mundo en su cuenta de X (entonces Twitter), enriquecida, por supuesto, con una aportación propia. También en castellano, decía: "Los maestros separatistas que señalaron públicamente a los hijos de @guardiacivil en Catalunya. La fiscalía los investiga por delitos de odio, pero el gobierno de España dice que no les abrirá expediente. Con cobardía nunca se vence el nacionalismo". Las acusaciones de cobardía suelen venir siempre de cobardes, y Rivera no fue una excepción.
Huelga decir que todo aquello no era más que una operación de difamación, encaminada a hacer ver que la escuela catalana "adoctrinaba" a los alumnos, ya crear alarma, división y fractura sociales, siguiendo punto por punto el manual de actuación de las extremas derechas, desde el siglo XX hasta nuestros días. Justo hace un mes la justicia archivaba la última causa abierta para este caso, del que han quedado claras dos cosas: los profesores eran inocentes y, lejos de ser los agresores, han sido las víctimas de un linchamiento judicial, mediático y social que ha durado casi siete años. Tres de ellos han querido dar la cara y hacer declaraciones en TV3, que podemos ver estos días, explicando el calvario que les ha tocado sufrir y las consecuencias (laborales, personales, psicológicas) que ha dejado en sus vidas.
El caso nos recuerda cuál fue la venenosa aportación de Ciudadanos a la política catalana y española, recogida en forma de herencia ideológica y sociológica por Vox y el PP (por mucho que los socialistas también les disputaran, el grueso del trasvase de los votos de Ciudadanos fueron para los partidos de la derecha ultranacionalista). Y también a algo que siempre queda en segundo término y que es de la máxima gravedad: la manera casi rutinaria con que los medios de la derecha española difaman a sus adversarios políticos (o directamente, como en este caso, ciudadanos concretos que hacen de víctimas colaterales) con una completa impunidad, en aras de conceptos tan elevados como la libertad de información y de expresión. El falso periodismo de los influenciadores de las redes sociales tampoco es ninguna seta: nació de las malas prácticas de medios aún hoy tenidos por serios.