El independentismo no aprende la lección

ERC y Junts se hartaron, durante la campaña electoral, de prometer que el nuevo Govern se sustentaría sobre nuevas bases, que se reharían las confianzas rotas y que habían aprendido la lección para no repetir el desbarajuste de la última legislatura. Las elecciones, además, estaban en el horizonte desde que el entonces president Quim Torra dio la legislatura por agotada en diciembre de 2020, a pesar de que finalmente fue su inhabilitación la que provocó el adelanto electoral, y todo el mundo daba por hecho que ERC y JxCat se tendrían que volver a poner de acuerdo. Aún así, estos dos partidos han sido incapaces de cerrar un pacto de forma rápida, de forma que el primer intento de investidura de este viernes en el Parlament ha resultado fallido y Pere Aragonès no ha reunido los votos suficientes.

A la hora de empezar el debate ya se sabía el resultado, porque Junts ya había anunciado que se abstendría y que ERC solo podría sumar los votos de la CUP en virtud del pacto firmado entre las dos fuerzas. Lo que no era esperable es el grado de hostilidad entre los dos principales actores del independentismo, que llevó a Junts a hacer una petición inédita al candidato de ERC: que renunciara a presentarse a la segunda votación, que la mesa fijó para martes, y que esperara a tener cerrado un acuerdo con ellos. Aragonés declinó la petición con el argumento que la situación del país, con la pandemia y la crisis económica que ha derivado de esta, no admite más dilaciones.

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Ahora bien, a esta hora casi nadie cree que Junts y ERC se pongan de acuerdo antes de martes, de forma que el primer intento para investir a un presidente y un Govern independentista, la única mayoría que parece operativa a estas alturas, se puede saldar con un sonoro fracaso. Lamentablemente, los dos partidos dieron la razón a la oposición, especialmente al PSC de Salvador Illa, que criticó el espectáculo y la poca confianza que generan de cara a conformar un Govern estable y sólido. La candidata de los comunes, Jéssica Albiach, dijo que más que un Vietnam, el próximo Govern será un "Irak", en referencia a la realidad de un país desangrado por las luchas internas.

Junts no escondió viernes su enojo con el discurso de Aragonès, que pivotó básicamente sobre el programa de ERC y el acuerdo firmado con la CUP. En cambio, los cupaires estaban satisfechos, y su portavoz, Dolors Sabater, destacó en su discurso que ellos "habían hecho los deberes". Ahora Junts tendrá que calibrar muy bien hasta dónde puede alargar la negociación, puesto que el país no está en una situación de normalidad y lleva demasiado tiempo en un tipo de interinidad forzada.

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Lo más responsable seria que, de ahora a martes, los dos partidos hicieran un esfuerzo, y si no se puede terminar el acuerdo antes de martes, al menos sí encarrilarlo definitivamente. Una segunda votación fallida de la investidura sin ningún horizonte de acuerdo y con el nivel de reproches y desconfianzas que se ha visto este viernes sería la prueba que el independentismo no ha aprendido nada del pasado más reciente. Y un muy mal augurio de cara al futuro.