Los indultos y el juego incendiario de la triple derecha
La defensa que el gobierno PSOE - Unidas Podemos hace de los indultos ha despertado la pulsión anticatalanista siempre latente en la derecha española, ahora, si se puede, todavía más proclive por el peso de la ultraderecha. Por parte del PP, vuelve la recogida de firmas –emulando la que ya hizo Mariano Rajoy en 2006 para combatir el Estatut–, y los mismos populares, así como los Cs de Inés Arrimadas, se han visto arrastrados a la manifestación convocada en Madrid para el domingo 13 de junio, en la plaza de Colón, por una plataforma cívica con Rosa Díez, Fernando Savater y María San Gil al frente. Naturalmente, Vox se había apuntado con entusiasmo a la cita desde el primer momento, de forma que también vuelve la simbólica foto de Colón de febrero del 2019, cuando Casado ya compartió cartel con Abascal y Rivera. Si Casado de entrada quería acotar la respuesta a los indultos al ámbito institucional, al final el partido mayoritario de la derecha avalará la movilización en la calle. La crispación está servida. Poner en un mismo saco al presidente Pedro Sánchez y al independentismo es caza mayor para esta derecha incendiaria, incapaz de aceptar la plurinacionalidad del Estado. Es el doble frentismo de siempre para salvar a España del peligro rojo y del peligro catalanista, un clásico de la historia contemporánea que devuelve a la más mínima oportunidad. Además, el PP puede contar, como ya se está viendo, con la complicidad del alma más jacobina y nacionalista del PSOE.
En este caso concreto la oportunidad es no aflojar ni una brizna la represión contra el independentismo. Más en concreto todavía, se trata de no dar ningún tipo de tregua, ninguna medida de gracia a los presos políticos. De este modo se evita el más mínimo gesto que pueda permitir un inicio de distensión y, por lo tanto, de diálogo para reconducir el pleito catalán en términos políticos. Con tribunales ultraconservadores como el Supremo, la judicialización resulta segura. La triple derecha, pues, se mantiene en la línea dura de una alta judicatura que, siguiendo la visión del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, muestra una persistente voluntad de "revancha y venganza" hacia el independentismo, y que lo hace con un argumento central de carácter inquisitorial: si no hay arrepentimiento ideológico, no hay ninguna concesión posible.
Con un posicionamiento así, la derecha españolista se sigue alejando de la realidad catalana, donde su presencia cada vez es más testimonial y donde no solo el independentismo es mayoritario en el Parlament, sino que el apoyo a los indultos se sitúa, según las últimas encuestas, por encima del 60% de la población. Con este boicot a los indultos, la distancia emocional y política entre Catalunya y España no hace sino crecer. Y a la vez se aleja cualquier posibilidad, por difícil que sea, de reconducción política. De forma que, de nuevo a remolque del soberanismo, vienen tiempos de turbulencias en la política española: la incógnita será ver cómo aguanta Pedro Sánchez la presión en la calle y mediática, y hasta donde está dispuesto a llegar en términos de distensión hacia el independentismo para mantenerse políticamente vivo en el Congreso.