Las infraestructuras son violencia

Hola, soy el espíritu de 1687. ¿Me conocen? Aparezco y desaparezco. Parece que me esfumé, pero no. Vale, ese año se abre el camino que debe atravesar Collegats... ¿Eh? ¿Dónde está esto? Coi, ¡búsquelo! Va, echamos millas. Mirad. El duque de Cardona concede a una familia de la Pobla de Segur cobrar por pasar el desfiladero: 4 dinero por persona y 4 por res. ¿Ve? Antes había mayor igualdad animal. Subimos. Si te tiras hacia arriba, hacia el Pirineo, afloja el chaleco. Colegados check point. Hasta mediados del siglo XIX el peaje fue obligatorio. La creación de una frontera artificial para poder saltar desde lo que hoy es el Pallars Jussà hacia el Pallars Sobirà. ¿Y la aparición, el espíritu, el espectro? Siempre vuelve.

¡Chas! La semana pasada un desprendimiento de rocas cortó la carretera de Collegats (N-260) 24 horas. Una nueva frontera entre la Pobla de Segur y Gerri de la Sal. Un clásico fantasmagórico. Incomunicados. Esto ocurre en la Cataluña del siglo XXI. También ocurre que si queréis ir de Barcelona, ​​pasando por Manresa, y siguiendo por Cervera, Tàrrega, hasta Lleida, tardará... 3 horas 1 minuto (o 2, 3... minutos). Sí, como en el siglo XIX, cuando se inauguró la línea. Esto ocurre en... En este país las infraestructuras son violencia. Contra las personas. Contra el país. Contra todo.

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Aquí las infraestructuras son agresividad, intimidación, inhumanidad. Un género bélico. No son una red que comunique: son una red que paraliza, atrapa, engancha. Somos un país en el que una araña nos tiene secuestrados en su telaraña. Nuestras infraestructuras las han hecho arácnidos que quieren primero entraparnos y después devorarnos. Somos mosquitos, hormigas, o la criatura que más les apetezca. No somos nada. No sé si hemos mejorado. Pero la araña no engaña.

Hace algo más de un siglo, en 1914, la mitad de Cataluña estaba aislada: de los 1.087 municipios, a 518 no llegaba ningún camino: el 31,2% de pueblos de Barcelona; el 43,1% de Gerona; el 73,6% de Lérida y el 37,9% de Tarragona. Pero hicimos vía. Y rápidamente. En 1924 el primer asfalto, piedra, camino, de la Cataluña estado y estado del bienestar desde 1714, la Mancomunidad de Cataluña, reduce la Cataluña incomunicada en menos de diez años: de 518 a 218 municipios. Vale, eh, quizás ahora tenemos caminos, rotondas, arte rotundísticopero nos faltan carreteras, trenes... vías de vida. No circula vida. ¿La culpa? Chicos, yo ya no sé de quién es la culpa. La culpa es negra y nadie la quiere. Viva el betún, lustremos. Así, ¿hacia dónde vamos? Invocamos el espíritu. Ven, ven, ven...

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En el mapa de la red viaria del siglo XVII hay un punto: Collegats. Según decía el No Servicio de Asistencia quien quería atravesar el desfiladero, para ir norte allá, donde dicen que la gente es noble, culta, rica, inhala gasolina, contamina, crema neumáticos, etc., se exponía, supuestamente, a toda tipo de peligros en la no carretera. La solución era alquilar un guía a Collegats check-point. Un pallarés de estos súper-puedo-con-todo-porque-estoy-metamorfosado-con-las-rocas. Si se iba acompañado de él, se ve que no salía ninguna fiera salvaje, ninguna bruja maligna, o cualquier espíritu carnívoro que nos mordiera la bolsa y el alma. Al final, las infraestructuras son las personas. Y volveremos a los guías, a los conductores, a los cicerones, a las personas reales de carne y hueso para poder circular por Catalunya, porque llegar a segundos donde será cada vez más imposible, más costoso, más de todo. Cómo volver del más allá.