Interpelación a las izquierdas
1. ¿Dónde está la izquierda? Ha sido necesario que la amenaza de la extrema derecha escalara en Francia hasta tocar las puertas del poder y sacar los colores a la V República para que se haya tomado conciencia de la gravedad de la situación. Y, sin embargo, hace tiempo que la ola reaccionaria recorre el continente y está suficientemente instalada en algún país, por ejemplo Italia, donde la astucia y las formas amables de Giorgia Meloni la están normalizando peligrosamente. ¿Qué hacer? ¿Mantener el tabú o abrir la puerta a los pactos con la extrema derecha? Buena parte del futuro de la deriva autoritaria de las democracias europeas se juega en Francia. De hecho, la decisión de Macron de convocar elecciones puede cambiar definitivamente los parámetros de los regímenes de posguerra. Un momento que interpela a Francia, pero también a países como España, donde la extrema derecha va haciendo camino y ya está a punto de subir a caballo del PP vía Ayuso. ¿Qué hay detrás de todo esto? El paso del capitalismo industrial al capitalismo financiero y digital. Dicho de otra forma, ni la burguesía ni el proletariado son lo que eran.
No hay margen para las ambigüedades. Reagrupamiento Nacional tiene opciones reales de gobernar Francia. El presidente Macron iba a ser la barrera y sumó un amplio espacio centrista en un momento de desconcierto en derecha e izquierda. Mientras Le Pen crecía, la izquierda se partía a pedazos. El partido socialista, protagonista de la alternancia con la derecha en la dinámica de la V República, colapsó tras el fracaso del presidente Hollande. La Francia Insumisa del inefable Jean-Luc Mélenchon se ha perdido en la retórica revolucionaria de salón incapaz de estructurar políticamente a la izquierda. Macron contra Le Pen se convertía en el eje de la política francesa, dejando en la sombra las derechas y las izquierdas tradicionales. Y quien lo ha capitalizado ha sido Le Pen.
2. ¿Cuál es el secreto? ¿Por qué en Europa existe viento a favor de la extrema derecha? Cada vez está más claro que hay disfunciones de la nueva fase del capitalismo que la izquierda no ha sido capaz de afrontar. ¿De qué se está beneficiando la extrema derecha para crecer? A menudo se ha puesto el énfasis en la inmigración y en la seguridad, que –de forma injusta que los datos objetivos no abonan– la extrema derecha conjuga juntas, con fantasías como la amenaza de destrucción de la identidad nacional. Pero bajo estos tópicos se esconden otros problemas que son los que realmente descolocan a la ciudadanía y hacen que caiga en las tentaciones y fabulaciones que estos redentores apocalípticos les ponen delante. Probablemente, la primera y principal preocupación del momento sea el trabajo. Una parte muy importante de la ciudadanía se siente descolocada, con condiciones laborales muy precarias acompañadas de problemas de vivienda, desplazamiento y desaparición de los espacios de socialización (los lugares compartidos) y de los marcos de acogida que generaban comunidad y complicidades, como describía Sophie Baby. Y en estas condiciones, con los partidos tradicionales excesivamente acomodados a obedecer a las exigencias de los nuevos poderes económicos, es fácil dejarse llevar por quien hace más ruido.
¿Qué tiene que decir la izquierda sobre todo esto? Limitándose a señalar a fascistas no irá muy lejos. A los partidos socialdemócratas tradicionales les cuesta marcar distancias y entrar en terrenos incómodos para los poderes económicos. Y el resto de la izquierda nada entre el bla-bla-bla ideológico y los eternos ejercicios de psicopatología de las pequeñas diferencias que explotan cada vez que parece que dan un paso adelante.
Con el derrumbe del partido socialista, Macron se erigió, a caballo de los sectores más moderados de la derecha tradicional y de la izquierda, como líder de un amplio espacio centrista para reestructurar Francia. Desde su idea egocrática del poder, Macron, alejado de la gente, se ha estrellado contra Le Pen. ¿Y ahora qué? ¿Vallará el paso a la extrema derecha en alianza con el Nuevo Frente Popular o la normalizará con tres años de cohabitación? De hecho, Macron ya ha dicho que con esa izquierda nada. Cuando es evidente que el poder económico francés da por asumida la normalización de la extrema derecha, y que el marco económico y social actual nada tiene que ver con el que generó las democracias europeas de posguerra. La izquierda debe leer la nueva realidad para sacar las conclusiones necesarias para no quedar en fuera de juego: la mejor forma de ganarse a la ciudadanía es reconocer sus problemas, sin castillos en el aire. No existe política viable si se pierde el mundo de vista.