Illa-Puigdemont, la reunión era el mensaje

Los dos venían de muy lejos, y no me refiero a la distancia entre Catalunya y Bélgica. Illa había prometido lo de "ni amnistía ni nada de eso", una expresión que parecía un eco de Sánchez cuando hizo esa otra promesa: "Haré volver a Puigdemont a España". Y Puigdemont había pronosticado que Illa haría de "gobernador civil de Catalunya" para aplicar "un 155 de baja intensidad". Solo faltó el acuerdo entre PSC y PP para arrebatar a Trias la alcaldía de Barcelona para acabar de exacerbar la hostilidad de Junts hacia el PSC. Pero en julio del 23 los electores tuvieron otros planes, y los 7 votos de Junts al Congrés los acercaron. Por eso este martes ambos han hecho de la necesidad de virtud.

Finalmente, el president y el president en el exilio se han reunido en Bruselas, aunque haya sido necesario montar antes una rueda institucional con todos los ex presidents y que el TC haya confirmado la constitucionalidad de la ley de amnistía. Tan cierto es que a Pedro Sánchez, resistiendo con el agua al cuello, le ha ido muy bien esta reunión como que Junts la había pedido como una forma de amnistía política, ya que la amnistía real va para largo y pronto hará ocho años que Puigdemont tiene que vivir en Bélgica.

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La cordialidad entre adversarios es insólita, sobre todo en la época en que las redes sugieren que la vida se divide entre puros y traidores. Todo es y no es: la reunión se ha producido, pero Illa ha vuelto a casa y Puigdemont continuará en el exilio. Illa seguirá utilizando la bandera española en sus reuniones oficiales y Puigdemont seguirá pensando que en el Parlamento Europeo siempre hay un socialista que lo vigila. Precisamente por eso, que este martes los viéramos saludarse y reunirse una hora larga tiene el valor de las formas. La reunión era el mensaje.