Jóvenes que exageran la desesperanza

"Lo que caracteriza a la actual juventud es el derrumbe de los ideales, la desilusión y, en consecuencia, en mayor o menor grado, el escepticismo". Es una frase que me ha venido a la memoria ahora que se vuelve a hablar de la pérdida de confianza en la democracia de los jóvenes catalanes. Pero la gracia de la frase es que pertenece al filósofo José Luis López Aranguren recogida en el libro La juventud europea y otros ensayos, publicado... ¡en 1961! Una buena frase para empezar a relativizar la alarma sobre los jóvenes de ahora que se estarían volviendo de extrema derecha.

Lo primero que conviene observar es la discrepancia que existe entre cierta idea de la juventud como portadora de grandes ideales de transformación social y, en general, su efímero compromiso real. En cada expectativa de cambio social –también le ocurrió al independentismo– se comete el mismo error: imaginar que la presencia de varios jóvenes en los momentos más duros de la confrontación garantiza el éxito futuro del proyecto. Y no. Como también es habitual el tópico contrario: ¿cuántas veces, ante expresiones juveniles "revolucionarias", no se responde diciendo que son cosas que se curan con la edad?

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Lo que ocurre es que en cada época las lecturas sesgadas sobre el perfil ideológico de los jóvenes se deben a la tentación de quererles cargar las expectativas esperanzadas de los adultos, o de descargar todos los miedos del momento. Y, sin embargo, el recorrido biográfico de los jóvenes siempre es incierto porque los marcos sociales en los que tendrán que vivir son imprevisibles. Lo cierto es que la caricatura que se hace de los jóvenes dice más del espíritu de los tiempos en los que se les imagina que de sí mismos. Es decir, son un espejo de las quimeras y aprensiones de los adultos. Por eso ahora nos asusta que se nos vuelvan de extrema derecha.

Sin entrar en cuestiones metodológicas, de la encuesta del ICIP que ha hecho saltar las alarmas se pueden realizar unas consideraciones. La primera, que una cosa suelen ser las preguntas que hacen los encuestadores y qué quieren saber, y otra qué entienden y qué quieren decir los entrevistados con su respuesta. Así, ¿qué significa que el 24% de los hombres jóvenes (de 18 a 24 años) digan que no están de acuerdo con la frase "aunque la democracia puede tener problemas, siempre es preferible a cualquier otra forma de gobierno"? Pues cosas distintas y contradictorias. Primero, seguro que suma a los simpatizantes de ideas autoritarias reaccionarias con las de los anticapitalistas que sienten aversión a las democracias liberales. Además, no es fácil saber cuáles podrían ser estas imprecisas "otras formas de gobierno" que se les sugiere en la pregunta. Por último, y aún más sencillo, puede entenderse como una respuesta enojada que manifieste el profundo descontento, si no irritación, con la democracia que conocen.

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La otra cosa a tener en cuenta es que los jóvenes no son una realidad homogénea. Para entenderlo, además de la edad y el sexo, deberíamos saber más de ese 24% de "desafectos" con la democracia. Por ejemplo, datos significativos de los niveles de educación, de las experiencias políticas en su país de origen o de los padres, de sus adscripciones religiosas, y todavía de la tipología de los barrios en los que viven. Ya lo había escrito anteriormente y repito: no es tanto que los jóvenes "se vuelvan" de derechas, o antifeministas, o que desconfíen de la democracia, como sobre todo que hay nuevos contingentes de población –de aquí o de fuera– que cambian el paisaje ideológico previo. Algo menos habitual en el perfil de las personas mayores, el grupo más estable en sus opiniones, como muestran las encuestas.

Sería un grave error, pues, suponer la existencia de cambios de mentalidad en los jóvenes y no entender que lo que sobre todo hay son nuevas sumas de jóvenes con mentalidades diversas. Si damos por sentado que tenemos una sociedad extremadamente fragmentada, cualquier análisis de la realidad debería partir del reconocimiento de cada uno de estos fragmentos y de sus mentalidades. Erik H. Erikson escribía que "las biografías están inextricablemente entretejidas con la historia". Sí, y ahora habría que añadir que, más concretamente, dentro de cada una de las historias sociales –lo que Vicente Villatoro llama “burbujas”– que conviven en un mismo espacio físico.

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Y, en cualquier caso, visto el contexto social y político en el que se hacen las actuales encuestas, sería bueno recordar una sentencia, creo que de Max Scheler: "La esperanza desengañada sólo encuentra consuelo, inconscientemente, exagerando la desesperación". Sí: quizás lo que recogen con precisión las encuestas y que deberíamos saber leer bien es esa exageración desesperada de la falta de esperanza.