Lo llamaremos verano
Damos por terminado (no astronómica ni meteorológicamente, pero sí en el calendario laboral) este verano del 2025, que, desde mi punto de vista, ha sido un verano extraño. Un verano deoleadas de calor y oleadas de incendios, con las serpientes informativas propias de la época, pero la mayoría en negativo y con polémicas eternas y muy agrias.
El verano del 2025 me ha dejado algunas sensaciones inquietantes o directamente deprimentes. El momento culminante de este desasosiego lo viví un par de días antes de la Virgen de Agosto, en la ciudad alsaciana de Colmar. Inmersos de lleno en la ola de calor que ahogaba a toda Europa, nos habíamos resignado a sacrificar las horas de más calor y pasarlas encerrados en el hotel con el aire acondicionado. Hacia las siete y media de la tarde nos armamos de valor y salimos a dar un paseo.
Colmar –que es una ciudad muy turística– nos recibió con un bocadillo ofensivo de aire caliente y las calles vacías. Caminamos sin ganas hacia el centro, lleno de restaurantes y terrazas y desolación. Aquella noche las terrazas estaban vacías y sólo había camareros asqueados, jacándose con la carta para poder respirar. Nosotros caminábamos sin ánimo, desconcertados ante el hecho de que se iba haciendo de noche y la temperatura no bajaba ni un grado. Las escasas personas que nos cruzábamos por la calle avanzaban con la misma pesadez, poco a poco pero con ganas de llegar a casa o al hotel, en silencio, sin alegría. No parecía verano: parecía una escena de Black mirror.
Estas oleadas de calor que al parecer no podremos evitar en adelante se han tragado los veranos que conocíamos. No apetece pasear, ni los juegos al aire libre, ni las largas sobremesas en una terraza, ni visitar lugares desconocidos, ni disfrutar de la comida.
He recordado un artículo que publiqué en este diario en el verano del 2016. Lo escribí con las respuestas de familiares y amigos a la pregunta "¿Qué es el verano?" No lea si es muy sensible y tiene tendencia a caer en la melancolía. Tengo la sensación de que, en buena parte, hemos perdido el verano que conocíamos. Desde hace días, sólo me viene a la cabeza esa canción de Green Day, Wake me up when September ends.
Para no acabar con mal sabor de boca, os dejo aquí algunos pensamientos veraniegos que he reencontrado buscando este artículo antiguo. Henry James escribió: "Summer afternoon, summer afternoon; siempre me han parecido las palabras más bonitas del idioma inglés". Tarde, tarde, tarde, cabecera. También me parecen palabras bonitas, pero lo son más cuando puedes añadir este "al fresco" tan nuestro. Y cuando las puedes decir en tu lengua sin que nadie te mire con extrañeza, hostilidad o desprecio, claro. terraza a hacer el vermut o la cerveza de antes de cenar: estas costumbres tan arraigadas acabarán desapareciendo, porque nuestros restauradores se esfuerzan por adaptarse a los husos horarios de los turistas ya las doce y media de las tardes las mesas ya están reservadas para ellos. meses de julio y agosto, decimos. Pero entonces tendremos que vivir en la ciudad. ¿Cómo resistiremos una ola de calor tras otra, en ciudad?