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Los indultos no son la solución, pero sería un paso

BarcelonaCon su tono ambiguo habitual, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, abrió este martes la puerta a conceder el indulto a los presos políticos catalanes. Es cierto que, cuando le preguntaron directamente sobre la cuestión, dijo que el ejecutivo decidiría cuando tuviera todos los informes preceptivos sobre la mesa (todavía falta el de la Abogacía del Estado y el del Supremo), pero hizo una encendida defensa de la "reconciliación" y dijo que había que "superar episodios nefastos que nos sacan los colores al conjunto del país". Y mostrándose un punto enigmático todavía añadió que este gobierno "no ha escondido sus intenciones desde el principio".

Bien, en realidad hay que decir que el único que se ha posicionado abiertamente a favor de los indultos y de la reforma del delito de sedición desde el principio ha sido Pablo Iglesias y no Sánchez, pero es verdad que ya hace días que varios ministros han lanzado mensajes en esta dirección. El primero fue el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que no dudó en criticar el informe de la Fiscalía contrario a la concesión de los indultos porque hacía consideraciones de tipo político. Después fue el ministro de Transportes y secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, y el pasado lunes la vicepresidenta Carmen Calvo. Y este martes ha sido finalmente el mismo Sánchez el que deliberadamente ha hecho un discurso proclive a la concesión de los indultos.

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Desde el punto de vista catalán es evidente que los indultos son solo una solución parcial, puesto que no resuelven la situación de los exiliados ni de los prácticamente dos millares de personas que tienen alguna causa pendiente o están siendo investigados en relación al proceso independentista. En este sentido, y tal como defiende Òmnium Cultural, la solución óptima sería una ley de amnistía, puesto que de este modo se borrarían los antecedentes y se impediría que nadie más fuera procesado por este motivo. Y Sánchez tiene que saber que el conflicto político difícilmente se podrá resolver mientras haya represaliados.

Pero incluso sabiendo que los indultos no son la solución, sí que serían un paso que habría que valorar en su justa medida. Viendo como se las gasta el poder judicial español, que no respeta las decisiones de la administración penitenciaria ni de los jueces establecidos en Catalunya sobre las concesiones del tercer grado, el indulto podría ser la manera más rápida de conseguir que Oriol Junqueras, Raül Romeva, Jordi Cuixart, Jordi Sànchez, Carme Forcadell, Jordi Turull, Josep Rull, Dolors Bassa y Joaquim Forn salgan definitivamente en libertad.

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Y solo hay que ver los aspavientos que hace la triple derecha para hacer saber que, si el gobierno español se atreve a sacarlos adelante, habrá agitación en la calle y una fuerte presión de los poderes fácticos madrileños contra el tándem Sánchez-Iglesias. La parte buena es que si el gobierno del PSOE y Unidas Podemos resiste esta presión, estará en mejores condiciones para dar más pasos en la buena dirección, como por ejemplo la reforma o, mejor todavía, la supresión del delito de sedición. Y para prepararse para el paso definitivo, que tiene que ser la amnistía.