La lucha contra el virus: la hora de los jóvenes
Los contagios de covid se han vuelto a disparar. En dos días se han doblado entre los jóvenes en Catalunya, con los peores índices de todo el Estado. Son malas noticias, como ha reconocido el mismo conseller de Salud, Josep Maria Argimon. Solo la vacunación masiva está evitando que lo que ya se puede calificar de quinta oleada nos haya situado en un escenario como los que ya hemos vivido en este último año y medio: confinamiento total y hospitales con las UCI al límite. Ahora no estamos en esta situación, pero esto no significa que no nos tengamos que preocupar. Como el verano pasado, la desescalada en las medidas de protección ha coincidido con la verbena de Sant Joan y ha provocado que muy rápidamente se haya producido un aumento de positivos. Esta vez el virus se está alimentando sobre todo del colectivo juvenil, que es el menos protegido –el menos vacunado–, el que menos siente el peligro y, por lo tanto, el que no está tan concienciado. Ahora, pues, es su hora.
Las ganas de pasar página son compartidas por todo el mundo, claro, y se entiende que el buen tiempo y la llegada de las vacaciones no inviten a autolimitarse, pero el covid no entiende de fiestas ni de estados de ánimo y la variante delta, que es la que ahora tenemos encima, es altamente contagiosa. De forma que no hay más remedio que hacerse a la idea de que no hay relajación que valga: vale más pecar por exceso que por defecto. La mascarilla tiene que seguir formando parte de nuestro vestuario cotidiano, tanto de día como por la noche, tanto en grupos pequeños como grandes. Naturalmente, además, por interés individual y colectivo, la vacunación de todas las personas mayores de 16 años tiene que ser una prioridad para todo el mundo.
Está en juego la victoria sobre la pandemia, que está al alcance si conseguimos neutralizar este repunte. Y de rebote está también en juego la recuperación económica, también tan esperada. Este viernes mismo, Alemania ha vuelto a poner a Catalunya (y Cantabria) en el punto de mira como una región donde no es recomendable viajar. Si no se consigue frenar el aumento de contagios, la deseada reactivación del turismo puede quedar en entredicho. Nadie incluye en sus planes una vacuna este verano. El país no se lo puede permitir. Todo el mundo, pues, lo tiene que tener claro; pero en especial los jóvenes tienen que entender que también depende de ellos, que, por ejemplo, no es seguro salir de fiesta en grupo y en interiores; que, en definitiva, ahora mismo recae en buena parte sobre ellos la responsabilidad de evitar que se consolide el empeoramiento repentino de la incidencia del virus. Si esta quinta oleada se hace fuerte y se alarga en el tiempo, el verano será socialmente incierto, sanitariamente complicado y económicamente malo. En el terreno de la salud, la atención primaria ya está sufriendo colapsos: los jóvenes normalmente no presentan síntomas que les lleven a ingresar en hospitales, pero sí que saturan los CAP. La conselleria ya se ha apresurado a organizar en las zonas con incidencia más elevada vacunaciones de jóvenes sin cita previa. En interés de todos, está frenar como sea esta peligrosa pérdida de control de la situación.
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