Madame Bovary se llama A) Emma B) Manelic C) Shakira

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Ilustración de la nueva edición del 'Tirant lo Blanc'

Quizás alguno de los boomeros y preboomeros se acuerda. En clase, el maestro repartía las hojas del examen de literatura. Y decía: “¡No se enrollen!”. Porque estaba el alumno que no se sabía mucho una respuesta, pero que tenía una cierta capacidad ilusionista, charlatana, por no decir nada sin que se notara demasiado. Y esto también era literatura. Este derecho, el derecho que te digan “No te enrolles”, los alumnos de hoy ni lo huelen.

El adolescente de casa acaba de hacer un examen (o control o prueba, como se le quiera decir) un libro. Los Episodios amorosos del Tirando lo Blanco. Era un examen “tipo test”, que lo llaman. Había preguntas como “¿de qué color es el traje de en tal cuando entra en tal sitio? ¿Rojo, verde o blanco?”. No cuesta nada corregir. El programa informático lo hace automáticamente.

El examen me recordó una inspección de Hacienda; eres culpable si no demuestras que eres inocente. Quiero decir que está encaminado a demostrar, sobre todo, que no eres un tramposo y leíste el libro en cuestión. No nos engañemos, un examen así también dispensa según qué profesor de haberlo leído.

Recuerdo un examen deEl libro de la selva, en primero de BUP, con la profesora que tenía entonces, que se llamaba Dolors Bassa. Era un examen de literatura, por tanto, se tenía que “hacer” literatura. Muchas preguntas comenzaban con un verbo, hoy proscrito. "Desarrolla". Te preguntaba qué pensabas de tal personaje, de tal otro, cuál era la opinión que tenías de las canciones que comenzaban los capítulos, que hicieras un retrato de los personajes. ¡Éramos críticos literarios! Tú eres tus lecturas, claro, pero también eres tu forma de leer. Un examen tipo test, con preguntas tan concretas, propicia algo: que los alumnos lean a toda prisa, el último día, porque quizás, si leen con placer, un poco cada día, no recordarán el color del vestido. Por el significado o la impresión de las escenas nadie les preguntará. Ellos, cuando hablan de series, o oyen hablar en la radio, no se preguntan por los colores de los trajes, sino por las motivaciones de los personajes.

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