Santos Cerdán en el Congreso en una imagen reciente.
12/06/2025
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Que Pedro Sánchez y el PSOE (y, por lo tanto, el gobierno de coalición de España) tienen un problema es algo que, en estos momentos, es indudable. Otra cosa es la naturaleza y el alcance de ese problema. Para entendernos, que alguien como Ábalos pueda estar implicado en una trama torrentiana (de Torrente, claro) no era un hecho que pudiera sorprender a nadie, y quizás eso tenía que ver con que el propio PSOE lo suspendiera de cargo y militancia en cuanto aparecieron acusaciones contra él. Que lo pueda estar / lo esté alguien como Santos Cerdán (tan ejecutivo, tan negociador, tan de confianza) ya es más nuevo. En cualquier caso, el PSOE es lo que se llama un partido sistémico, y eso, en España (y en Catalunya, y en Baleares) significa entrar en esta dinámica de financiación opaca, favores debidos y ambiciones personales que, para abreviar, llamamos corrupción.

Al mismo tiempo, hay otros hechos que tampoco se pueden dudar. En el momento de escribir esto, todo el mundo sigue hablando sobre un audio en el que se supone que se oye a Santos Cerdán y ese personaje como de teleserie de tercera división (es lo que parece a menudo la política española) conocido como Koldo García. Pero el audio, de momento, todavía no lo ha oído nadie. En cambio, esta misma semana sí que hemos podido escuchar con toda claridad otro audio, más antiguo, en el que el comisario y extorturador Villarejo le decía a la entonces presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, que la policía patriótica llevaría adelante la operación Catalunya con el propósito de perjudicar los intereses de los partidos catalanes. "Esta guerra es para que estos tíos no saquen mayoría absoluta", decía el policía corrupto a la dirigente de credibilidad dudosa. Trece años después de esas palabras, lo que es absoluto es el escándalo democrático que suponen.

Van bien para recordar, sin embargo, que a ciertos poderes del estado español les resulta de lo más estimulante la labor de tumbar gobiernos y condicionar resultados electorales. Lo hacen, huelga decirlo, por el bien de la patria, un concepto abstracto que casualmente suele coincidir con sus intereses políticos y económicos. Que yo sea paranoico no significa que no me persigan, dicen que dijo Mark Twain. Que el PSOE pueda tener corrupción en su cúpula, y que su secretario de organización tenga que dimitir, no quita que la policía y la justicia españolas no estén ayudando al PP a hacer caer otro gobierno que no soportan que exista, entre otras cosas porque se aguanta en las izquierdas, en los vascos y en los catalanes. Para conseguirlo, son capaces literalmente (subrayamos literalmente) de lo que sea.

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