Un mes después, el desastre empeora
Se cumple un mes de la tragedia en la Comunidad Valenciana y la situación no puede ser más lamentable. Según la última actualización de datos, la DANA causó 222 muertes, y todavía hay cuatro personas desaparecidas. La semana pasada murió también una persona que retiraba escombros del instituto de secundaria Lluís Vives, de Massanassa. Hay zonas destruidas, embarradas, donde todavía el trabajo está por empezar. Aparte de los que han perdido familiares y amigos, miles de personas han visto desaparecer literalmente sus condiciones materiales de vida: las casas en las que vivían, los negocios que tenían abiertos, los lugares a los que iban a trabajar, el vehículo con el que se desplazaban. Todo ocurrió abajo con las aguas y el barro. No les queda nada, salvo la tristeza, la rabia, el espanto y un futuro incierto.
Ante todo esto, el presidente Carlos Mazón se ha convertido en la personificación no sólo de la incompetencia, sino también de la indignidad. Un mes después de la catástrofe aún no hay noticia clara de lo que hizo Mazón en la tarde del 29 de octubre, entre las dos y las siete de la tarde. Ha habido manifestaciones masivas exigiendo su dimisión, pero él se mantiene impertérrito en el cargo, disparando acusaciones que primero iban contra organismos públicos como la Aemet la UME o la Confederación Hidrográfica del Júcar y después se han concentrado en el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez. Ha logrado así hacer coincidir su guión personal (mantenerse al frente de la Generalitat Valenciana al precio que sea) con el guión del Partido Popular (derribar a Sánchez, también al precio que sea). El trabajador fallecido no mereció ni siquiera el pésame del presidente del gobierno autonómico valenciano, que no halló necesario desplazarse hasta Massanassa. Tampoco acudió el conseller de Educación, Juan Antonio Rovira, quien adujo que, tanto por tanto, en Massanassa no tenían nada que hacer, ni él ni Mazón, y que además ellos también tienen derecho a pasar tiempo con las sus familias. En general, los miembros del gobierno valenciano (como la consejera destituida Salomé Pradas, que era la máxima responsable de Emergencias y desconocía la existencia del sistema de alarmas en los móviles de los ciudadanos, o la también consejera destituida Nuria Montes, que despreció los familiares de las víctimas) han demostrado la misma bajeza moral y la misma falta de escrúpulos que su presidente.
Mientras, Mazón ha nombrado un nuevo "gobierno de la reconstrucción" que, como primeros pasos, ha otorgado contratos a dedo a empresarios afines al PP y/o condenados por casos anteriores de corrupción, y ha suprimido el tope salarial de los altos cargos, a fin de aumentarse el sueldo. Un mes después del desastre, Mazón considera que ha logrado superar lo más difícil y tiene preparada la continuación de su guión: llenarse los bolsillos haciendo obra pública, como en los tiempos gloriosos del PP de Zaplana, Camps y Barberà. A poco que las cosas le funcionen un poco bien, podemos dar por sentado que se presentará a la reelección.