¿Y qué si es musulmán?

El flamante alcalde de Nueva York se ha ganado al electorado descontento de uno de los centros urbanos más importantes del mundo. Lo ha hecho con un estilo comunicativo dinámico y, por los canales más potentes de capacidad masiva de atención, ha logrado convencer a los habitantes de la antigua New Amsterdam. El Saturday Night Live de hace diez días parodiaba a un Mamdani todavía en campaña que quería ofrecer a los votantes atención sanitaria gratuita, vivienda asequible y wifi gratis. Seguidamente, él mismo se hacía la pregunta: "Como alcalde, ¿puedo hacerlo posible? Aún no lo sé, la verdad" y, después de una pausa, añadía: "Pero juntos descubriremos... que la respuesta es no".

Pero lo más sorprendente de la nueva estrella de la izquierda mundial no son las promesas programáticas que hace, sino que presente credenciales religiosas y/o identitarias. Entiendo que Mamdani salga a reivindicarse como inmigrante dada la situación de demonización y persecución que lleva a cabo la administración americana contra ese chivo expiatorio establecido por el presidente del país. Lo que ya me cuesta más entender es que el electo salga a proclamar que es musulmán. Entre otras cosas porque no sé muy bien lo que quiere decir. ¿Significa que se levanta antes del amanecer para rezar y hace las cinco oraciones diarias con sus cinco abluciones obligatorias? No parece que esta ritualidad forme parte de la vida ajetreada de un joven de poco más de treinta años dirigiendo una de las ciudades más importantes del mundo. ¿Cree en lo que dice la sura 4, que Dios ha establecido que los hombres son superiores a las mujeres y que estas últimas deben obediencia a los primeros? ¿Cree que existió un caballo alado que se llevó a Mahoma a dar una vuelta por el cielo? ¿O que los habitantes de Sodoma fueron castigados por Dios por practicar el sexo anal? ¿Es suní o chiíta? ¿De qué escuela coránica es seguidor? ¿Cree que todos los que lo han votado y no son musulmanes irán derechos al infierno? ¿Acepta la escatología islámica que establece un paraíso diseñado para el disfrute de los hombres?

Evidentemente, no creo que Zohran Mamdani sea partidario de ninguna de estas barbaridades contenidas en la religión de la que dice formar parte, porque ya hace tiempo que las creencias no son creencias sino una identidad. En muchos casos (por suerte), se trata de una etiqueta vacía de contenido, una adscripción alejada del conocimiento real de las fuentes en las que se sustentan las confesiones y sin la necesaria reflexión teológica para una fe fundamentada. La posmodernidad permite la combinación de valores antagónicos y contradictorios porque todo puede ressignificarse. No hay historia ni organización colectiva, solo lo que yo, individuo soberano, decido que son las cosas. Aunque, de hecho, como en el caso del alcalde de Nueva York, esté tratando de convencer a quienes lo votan de que sí es relevante (¡políticamente!) el hecho de ser musulmán. Yo también podría presentarme como seguidora de Mahoma disfrutando de un buen plato de jamón o tragándome una cerveza bien fría. Los musulmanes de verdad me dirían que no lo soy, mientras que los modernos multiculturales partidarios del culto a la identidad cacofónica me aplaudirían por mi eclecticismo. Un poco como ha hecho Rosalía, que ha echado tan bien el anzuelo de la ambivalencia de un supuesto arrebato místico que incluso un señor obispo se lo ha tragado y le ha dedicado una carta en la hoja dominical, a ver si la convierte.

A mí, personalmente, me parece que la religión no tiene que hacer nada en política, que las creencias particulares de un candidato son suyas y solo suyas. Y lo de creer en seres superiores y omnipresentes cuya existencia no ha sido demostrada, o aceptar una cosmogonía llena de historias con elementos sobrenaturales y fantásticos, no me genera confianza sino todo lo contrario. La democracia se tiene que basar en la razón y no en alucinaciones o delirios.