Nadar en aguas turbias

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De cabeza en el Sena

Leemos en el ARA que en la prueba de los 10 kilómetros en aguas abiertas femeninos, en los Juegos Olímpicos de París, la suciedad del agua del Sena "ha sido nuevamente la protagonista". La húngara Bettina Fabian ha dicho que había visto "cosas marrones" durante la competición. "Espero que no sean lo que me imagino, porque me he tragado mucha agua", ha dicho. Hombre, pues yo diría que lo que se imagina es bastante exacto.

Nadar entre “cosas marrones” no debe ser nada agradable, pero de todo se puede hacer una oportunidad. De la misma manera que hay un deporte que es el levantamiento de piedras (que nace de la necesidad, seguro, de levantar piedras en la vida cotidiana) o el lanzamiento de jabalina o de honda (que nace, seguro, de la necesidad de cazar) podemos patentar la natación en río con diversidad de elementos. Se trata de nadar sin tragar agua y esquivando "las cosas".

El Sena tiene cosas marrones, vale. Pero hay otros muchos ríos susceptibles de ser olímpicos en este nuevo deporte de riesgo. Los nuestros, los que todavía tengan agua, pueden mostrarse muy vistosos por los colores (hoy amarillo, mañana verde...) que presentan, gracias a los vertidos nocturnos de las industrias fábricas. Pero sin duda, la prueba reina de esta nueva modalidad debería disputarse en el Ganges, el río sagrado de la India. Si Bettina Fabian no tiene que ir al hospital (como la belga Claire Michel, que después de nadar en el romántico Sena ha cogido a E. Coli) en un futuro, ojalá no muy lejano, podrá hacer la prueba chocando no paso con cosas marrones, sino de todos los colores. Los toppings del Ganges son mucho más sorprendentes que los toppings del Sena. Ya me imagino a Bettina Fabian en la rueda de prensa: “He topado con un cadáver, envuelto de color calabaza, pero he podido esquivarlo. Estoy muy contenta porque creo que no me he tragado ningún gusano”.

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