Navidad y los mensajes en el otro WhatsApp

Una persona querida que este año ha perdido a su mujer me dijo que podía soportar la soledad pero que le estaba costando mucho superar la ausencia. Que sabía arreglarse la vida a solas, que podía enfrentarse con éxito tanto a una inesperada caída del rútero del wifi como a la receta de un fricandó, pero que le entristecía no poder discutir con ella o pedirle su parecer. Que lo que antes habían sido constantes intercambios se hubiera convertido en silencio era lo que se le hacía más duro de todo.

Y, sin embargo, en nuestro diálogo interior tenemos conversaciones con los que ya no están. A veces incluso llegamos a pedirles opinión sobre lo que hacemos o lo que nos pasa, como si pudiéramos transportar al presente sus criterios del pasado o su personalidad.

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Estos diálogos imposibles se disparan en Navidad. Porque parece mentira cómo, por años que pasen, llegan estas fechas y volvemos a proyectar las imágenes de las Navidades de ayer, cuando íbamos por el mundo con los sencillos títulos de hijos o nietos. Quizás los más jóvenes no lo imaginan, pero estos días el WhatsApp interior con los que no están va arriba y abajo con un importante tráfico de mensajes. Porque siempre hay mucho que comentar. Sobre quién vendrá y quién no vendrá, si este año no estamos de humor o tenemos muchas ganas, sobre los fracasos y progresos familiares que inevitablemente saldrán a la mesa, sobre las recurrentes discusiones que quedaron pendientes y no hemos olvidado. Pero, sobre todo, sobre cómo los echamos de menos y cómo nos acordaremos de ellos en el momento de levantar la copa. Feliz Navidad.