Otras Navidades, el pesebre
Este año, en vez de pesebre, el Ayuntamiento de Barcelona colocará una estrella de grandes dimensiones en la plaza Sant Jaume. El diseño que se ha presentado, que recuerda a la estrella que se colocó hace tres años en la torre de María de la Sagrada Familia, tiene una factura muy elegante y ofrece un simbolismo adecuado a las fiestas navideñas, como la luz del día que se alarga cuando llega el solsticio de invierno y la estrella anunciadora. Y en la sociedad del móvil en la que vivimos, seguro que tendrá un gran éxito en Instagram.
Pero, por supuesto, el debate no es estético sino ideológico. Por convicción o por equilibrios con los que deben ser sus socios, el gobierno municipal no ha querido colocar un belén y lo ha cambiado por la estrella. Curiosamente, Ayuntamiento y Generalitat instalarán dos belenes, sí, pero en el interior de los respectivos edificios, no en la plaza. Llega Navidad y resulta que la diversidad no abarca a todo el mundo. Por no hablar de lo feo que se hace a una tradición tan arraigada en nuestro país que es de esas que da sentido al concepto cultura popular.
También es verdad que vivimos en un mundo tan duro y dividido que si ponen o no ponen un pesebre en la plaza más importante de la capital del país no vamos a perder el sueño. Y Navidad es una fiesta tan grande que cabe todo el mundo, también los que le celebran pero sin que se note. Quizás dentro de la izquierda hay gente que está encantada de ganar estas escaramuzas simbólicas, pero que recuerde que sigue perdiendo a trabajadores que se pasan a votar derecha y ultraderecha, entre otras razones, porque estas batallas no son las suyas.