Antoni Costa y Marga Prohens en el pleno del Parlament balear
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La política es una actividad con una abundante producción de detritus lingísticos. Proceden de la política (y del fútbol, ​​pero eso no lo tocaremos) las expresiones, las frases hechas, las muletas y los vicios retóricos más altamente irritantes y contaminadores, que pronto se encomiendan al lenguaje periodístico, y desde allí a la habla cotidiana: cosas como la ventana de oportunidad, la línea roja, la hoja de ruta, les esto va o esto no va de tal cosa o tal otra, la formación constante de verbos a partir de sustantivos y adjetivos a los que se añade la terminación -izar (visibilizar, problematizar, precarizar, monitorizar, minorizar, etc.). De todos estos buñuelos verbales, existe una expresión especialmente abominable, que es aquella de “no aceptaré lecciones” (de tal o cual cosa). La dicen, los políticos, para salir del paso haciéndose los ofendidos, cuando ya no saben cómo defenderse.

Estos días, en el Govern de las Illes Balears hay uno que dice que no aceptará lecciones, y concretamente proclama que no las aceptará sobre cómo combatir la violencia contra las mujeres. Es el vicepresidente y conseller de Economia Antoni Costa, un personaje que ha dado muestras bien elocuentes de una mediocridad que compite tan sólo con su arrogancia (como suele suceder con quienes no aceptan lecciones). El hecho por el que se le pide con toda justicia la dimisión es haber colocado en un alto cargo a un buen amigo suyo encausado por agresión sexual. El amigo en cuestión, ibicenco y economista como el propio Costa, se llama Juan Antonio Serra Ferrer, y el cargo con el que el vicepresidente le expresó su consideración es el de gerente de la Entidad Pública Empresarial de Telecomunicaciones e Innovación (Ibetec ), remunerado con 57.000 euros anuales. Cuando Serra Ferrer fue digitado para ese cargo, llevaba diez meses sin trabajo. Había sido expulsado de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) justamente por quejas de agresiones sexuales contra alumnos. El día de la agresión por la que está encausado, Serra Ferrer también agredió a un agente de la Policía Nacional golpeándole en la cara. El vicepresidente Antoni Costa, según reconoció, estaba a cuento de este hecho cuando nombró a su buen amigo Serra Ferrer para dicho cargo. Sólo le destituyó cuando Diario de Mallorca hizo público que los hechos estaban judicializados, justamente el pasado sábado 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

El escándalo es monumental y podría derribar entero al gobierno que preside Marga Prohens. Sin embargo, el PP de Baleares cierra filas con Costa, y él reitera que no aceptará lecciones de cómo combatir la mencionada violencia contra las mujeres. Pues podría empezar por dos básicas: no formar gobierno con partidos de extrema derecha negacionistas de esta violencia y no premiar agresores sexuales con cargos públicos. La tercera sería no producir vergüenza ajena entre los ciudadanos, pero éste es ya un nivel demasiado alto para un individuo como el vicepresidente.

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