Cambio horario

¡Que no nos quiten las horas de sol!

Relojes en una imagen de archivo.
30/10/2025
Doctora en Psicologia Social
3 min

Con esta dramática petición –"¡Que no nos quiten las horas de sol!"– se han expresado muchas personas en las redes sociales tras saber que el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, ha propuesto a la Unión Europea suprimir los cambios de hora que se producen dos veces al año (acabamos de tener el correspondiente al otoño) y dejar solo un horario estable durante todo el año.

Rápidamente, la población se ha polarizado entre los defensores de los llamados "horario de invierno" y "horario de verano". Las encuestas realizadas en años anteriores siempre han dado mayoría a las personas que defienden el estival. ¿Por qué tanta gente apuesta por este horario si la mayor parte de los científicos afirman que el de invierno es mejor para nuestra salud? ¿Será porque lo tenemos asociado a las vacaciones, como señalan muchos medios de comunicación? Creo que la respuesta tiene que ver con causas más profundas y estructurales muy relacionadas con los horarios laborales en nuestro país.

Una persona en la red X contaba, poniendo voz a lo que otras muchas piensan: "Cenamos a las 21 o las 22 porque curramos hasta las 19 y, por lo que sea, no nos apetece salir de trabajar, cenar y dormir sin tener una sola hora de vida que no sea currando. Y encima pretendéis que estas horas de vida sean siempre en oscuridad". Este mensaje es significativo porque no es marginal ni aislado, sino que responde a una situación bastante amplia. En nuestro país, el 30% de las personas trabajadoras que han comenzado su jornada por la mañana continúan en su puesto de trabajo a las 19.00 h, y entre un 8% y un 10% todavía están trabajando pasadas las 21.00 h. Estos son los datos de la ley de usos del tiempo impulsada por el ministerio de Trabajo y Economía Social y elaborada por la Time Use Initiative, una ley que todavía se encuentra en proceso de tramitación.

El estudio reconoce que España es el país europeo en el que las personas trabajadoras acaban más tarde su jornada y que esto impacta negativamente en su salud, la conciliación y también la productividad. Subraya que esta prolongación de la jornada laboral está ligada a pausas muy largas para el almuerzo, a una cultura bastante arraigada que premia el presencialismo en el puesto de trabajo y la rigidez horaria frente a la mayor flexibilidad europea.

Normalmente, cuando acabamos de trabajar es cuando dedicamos tiempo al cuidado de los hijos e hijas, a hacer tareas de voluntariado y participación o bien a compartirlo con las amistades. Este y no otro es el motivo de que tantas personas se decanten por el horario de verano permanente. El difícil balance entre la vida laboral y personal vuelve a primer plano en este debate horario: ¿se quieren dedicar las mejores horas del día –aquellas que tienen luz– al trabajo o a la vida personal? Esta es la pregunta que late en el fondo de muchas opiniones.

En las encuestas realizadas hasta ahora, la mayor parte de la población se ha decantado por el horario de verano permanente. En la consulta de la Comisión Europea en 2018 la respuesta de un 56% de la población fue a favor del summertime (horario de verano), versus el 32% que optaban por el wintertime (horario de invierno). En España, la encuesta realizada en 2024 por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) mostró que el 70% de los consumidores prefieren el horario de verano, frente al 23% que se decantan por el de invierno.

Sin embargo, la decisión no es tan sencilla, ya que la mayoría de los científicos y, muy especialmente, las personas expertas en sueño y cronobiología tienen claro que nuestro cuerpo y cerebro funcionan mejor con el horario de invierno. Dormimos más y mejor, reducimos el riesgo de infartos y accidentes y vivimos más sincronizados con la luz solar. Mantener el horario de invierno todo el año, desde ese enfoque, no es una cuestión ideológica o política, sino de salud.

Catalunya ya tiene cierta tradición de movimientos a favor de la adaptación al horario europeo. Plataformas como la de la Reforma Horària trazaron el camino, defendiendo la liberación de horas para la vida personal. A este objetivo se une el trabajo por la reducción de jornada impulsada por el ejecutivo estatal y la propuesta de la compactación horaria, entre otras posibles líneas de acción. Pero en esta ecuación vital no podemos obviar la situación de los autónomos y de aquellos que todavía trabajan a las 21.00 h. Es necesario tomar decisiones que promuevan el equilibrio entre el tiempo laboral y el personal. El ciclo estacional verano-invierno es un debate agotador que difícilmente resolverá la situación. La verdadera conquista se encuentra en la liberación de las horas de la tarde, la clave que puede generar el consenso social.

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