El mundo está pendiente de Naciones Unidas, como garantes de la paz y la justicia social, en un momento en que las crisis en Afganistán, con la llegada de los talibanes al poder, y Palestina ponen a prueba la credibilidad de organización. Ante el sufrimiento de las mujeres y niños afganos y, por otra parte, la trágica pérdida de vidas, debemos cuestionarnos si las Naciones Unidas cumplen con su misión.
El último terremoto en Afganistán ha supuesto la muerte casi exclusivamente (90%) de mujeres y niños a consecuencia de las medidas impuestas por el régimen talibán, que obliga a las mujeres a permanecer encerradas en casa. Más de 2.000 víctimas mortales, por el momento. Esta situación ha sumergido al país en el caos, ha dejado a innumerables civiles en un estado de desesperación y ha sometido a los más vulnerables, mujeres y niños, a dificultades inimaginables. Su seguridad y derechos básicos están dilapidados y es una obligación moral imperiosa de las Naciones Unidas defenderlos.
Mientras, en Palestina, el conflicto en curso sigue cobrándose la vida de niños inocentes. Vidas jóvenes apagadas prematuramente; sueños rotos por la violencia. El mundo observa y se pregunta: ¿qué medidas están tomando Naciones Unidas en favor de una solución pacífica al conflicto? Aunque las Naciones Unidas se enfrentan a desafíos complejos, no pueden eludir su responsabilidad. Puesto que su misión se fundamenta en los principios de justicia, de igualdad y de paz, Naciones Unidas está llamada a promover y proteger los derechos y la seguridad tanto de las mujeres y niños afganos como de los civiles palestinos e israelíes. Las recientes declaraciones del primer ministro de Israel, del ministro de Defensa y del portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel son estremecedoras: una retórica con tics genocidas, así como la deshumanización de sus enemigos. ¿Dónde está ahora la doctrina R2P (responsabilidad de proteger) que activó la ONU para Libia en el 2011?
Las Naciones Unidas deberían poner la política al servicio de los derechos humanos y colaborar con la comunidad internacional para tomar medidas concretas basadas en sus principios fundacionales. Ante estas crisis urgentes, Naciones Unidas tiene una oportunidad única para demostrar su compromiso con la justicia social y la paz.
Es evidente que existe una gran cantidad de conflictos en el mundo actual, y cada uno de ellos presenta desafíos únicos. La situación en Ucrania y el enfrentamiento indirecto entre Rusia y la OTAN es un ejemplo de esa complejidad. Sin embargo, es importante abordar estas cuestiones con una visión equilibrada y una comprensión profunda de las causas y consecuencias de estos conflictos y hacer valer los principios de la ONU así como su autoridad. En Ucrania entendemos que existe una nación perpetrando una invasión imperialista e ilegal según los tratados de la ONU. Pero la ONU no tiene ninguna capacidad para intervenir porque esta potencia invasora tiene derecho a veto en el Consejo de Seguridad.
En Naciones Unidas el mundo se les escapa de las manos. Invasiones que creíamos que eran cosa del siglo pasado, limpieza étnica en el Alto Karabaj, amenazas de genocidio en Gaza, golpes de estado en el Sahel. Y, sin embargo, no mueven un dedo. O no pueden mover un dedo.
Hoy se violan más derechos humanos que ayer, mañana serán algo más que hoy. Me parece esencial que si Naciones Unidas no realiza su trabajo, o no puede hacerlo, nosotros, la sociedad civil, abrazamos sus mandatos y los hacemos nuestros. No hagamos pasar masacres por posturas ideológicas. No deshumanizamos a poblaciones enteras porque no nos gusta cómo piensan. Como sociedad civil debemos ser coherentes y condenar siempre la violencia, la violación de los derechos humanos donde quiera que sea, como sea ya todo el mundo que las haga: sin matices ni partidismos, porque esto no es un partido de fútbol, es el mundo real.
La justicia y la paz son valores universales que deben ser buscados en cualquier conflicto, pero conseguirlo a menudo implica diálogo, comprensión mutua y concesiones. Es importante que las personas reflexionen profundamente sobre estas cuestiones, examinen fuentes diversas de información y escuchen opiniones diferentes para llegar a una comprensión más completa de las situaciones. Es necesario promover el diálogo, la paz y la justicia como objetivos comunes. Esto requiere un esfuerzo colectivo y la voluntad de superar las diferencias por construir un mundo más justo y pacífico para todos.