Pacto Nacional y ningún frío
Los llamamientos a la responsabilidad individual y activa de los hablantes (el "mantengo el catalán") están muy bien, pero no dejan de ser apelaciones al voluntarismo. Previo al compromiso de cada uno de los ciudadanos, es imprescindible el compromiso a fondo de las instituciones con la lengua. En este sentido, que por fin se active el Pacto Nacional por la Lengua que no llegó a buen puerto la legislatura anterior es buena noticia: más vale tarde que nunca, más vale este pacto que ningún pacto. es revigorizar la lengua catalana y hacerla central en su país y dentro de su sociedad. Que no estén es evidentemente negativo, pero tampoco dice nada de las políticas y las actuaciones que se emprendan dentro del Pacto. trabajar juntos. No sirve para nada, ahora, distraerse en reproches.
Los medios tienen una responsabilidad evidente en esta cuestión, y hay que empezar por subrayar que el catastrofismo ya casi rutinario con el que se presentan las noticias sobre el catalán tampoco es útil y puede acabar siendo (ya es) pernicioso. El quid de la cuestión lo tenemos en el cambio demográfico profundo que han vivido –y vivirán– Cataluña y todos los Països Catalans, un cambio ante el que las actitudes emotivas sirven de poco. Si a los que llegan de fuera les explicamos, haciendo aspavientos, que el catalán es una lengua prácticamente muerta (algo que además es falso), mientras otros van explicando, gozosos, que el castellano es una maravilla, es obvio que prescindirán de la lengua moribunda. Y más aún: si a los que vienen de fuera, oa los que vinieron hace setenta años, les insultamos tratándoles de colonos y de asesinos de la lengua y el país, nos garantizamos casi por completo su rechazo, y con motivo.
Trabajar por revitalizar el catalán requiere ningún frío y atención plena a la realidad. El número de hablantes del catalán no retrocede, sino que crece pero no al mismo ritmo que el conjunto de la población. Por ejemplo. Urge la situación en Baleares y en la Comunidad Valenciana, con gobiernos, estos sí, de una hostilidad bien real contra el catalán. Por ejemplo. Es necesario desapasionamiento, sentido común y escuchar a lingüistas y expertos, no a la legión de charlatanes que intentan reducir cuestiones complejas como la sociolingüística a los parámetros simplistas de las competiciones deportivas.