Hemos leído que la Unión Europea no ha renovado la autorización de algunos saborizantes que se utilizan para el sabor a ahumado, lo que afecta, directamente, a las patatas rubias con sabor a jamón. Al parecer, estos aromas contienen sustancias genotóxicas con capacidad de dañar el material genético de las células, lo que vendría a significar, creo, que son cancerígenos.
Soy groupie de los snacks salados y en especial de las patatas onduladas, pero las de sabores no están entre mis preferidas. Encuentro acertadísimo el gusto de pollo al ast, pero me cansa. Y me ocurre lo mismo con el de jamón. Del mismo modo, las tiras de trigo (los fritos) me parecen mejor normales, no barbacoa. Claro que conozco a muchos otros groupies de este tipo de aperitivos (lo llamamos aperitivos, pero nos gustan tanto que nos quitan del todo el hambre) que justamente ahora ya están sufriendo por si se quedarán sin sus queridas Ruffles Jamón.
A todos ellos les quiero decir que no sufran. Acaba de salir la noticia y hoy ya he visto en todo de tiendas de veinticuatro horas, así como en los centros comerciales, estantes y más estantes llenos de las famosas patatas, ahora de oferta. Puedes comprarte un palito de las patatas en extinción a mitad de precio. Son tentadoras. Nunca había visto un pasillo entero ocupado temáticamente por las bolsas proscritas. He tenido ganas de llenar el carro para, un día, poder revenderlas, ya caducadas (que no vendría de aquí) pero me he contenido. Me ha hecho falta, supongo, algún eslogan como: “¡En este súper te estropeamos el material genético a mitad de precio! Cómpralo ahora, ¡recuerda eternamente!”.