Renovables: necesitamos un acuerdo con desesperación

Desde la comunidad renovable esperábamos con gran emoción un acuerdo para el decreto ley 12/25 sobre renovables. Lo anhelábamos desesperadamente porque somos conscientes dela gran carencia en la que nos encontramos después de años de inmovilismo. Por sorpresa y con mucha tristeza, hemos descubierto que no hay acuerdo, y que volvemos de nuevo a lo que, a nivel práctico, es una moratoria en las energías renovables. Un desastre mayúsculo, en definitiva.

Necesitamos un acuerdo con desesperación. Y muchos pensamos que el espacio para que este acuerdo llegue es mayor de lo que quieren hacernos creer. En parte, porque lo de negar una energía limpia, barata y local durante tantos años es extremadamente costoso. ¿Hasta cuándo viviremos de hacer brindis al nihilismo político? Pretender que esto es un juego de cromos como enésima jugada maestra no ayuda (ni pegamento, honestamente). Presentar un decreto que no puede aprobarse, tampoco. La negociación estaba tan avanzada que una se queda mirando al vacío, preguntándose qué ha fallado.

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Os decía que muchos pensamos que el espacio de consenso es amplio, y se lo explicaré en clave personal. En la familia tenemos a dos economistas expertos que nos dedicamos a temas de emergencia climática. Mi tío Francesc Reguant, que se dedica al sector agroalimentario, y yo misma, que estudio temas de transición energética. Ambos estamos consternados por los riesgos climáticos que ya empezamos a sufrir, él por la carencia de seguridad alimentaria, y yo por la falta de seguridad energética y de descarbonización. Y ambos, sin lugar a dudas, somos los más tozudos de la familia –se lo pueden preguntar.

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Leyendo las noticias alguien podría pensar que mi tío y yo no podemos ni vernos. Porque la agricultura y las renovables van en contra, ¿no? Pues no. Él se mira los números y las proyecciones, y entiende que la energía solar es necesaria y que a base de placas en los tejados no iremos a ninguna parte. Quizás el corazón le dice que toda la agricultura debería protegerse, pero los impactos climáticos hacen el secano cada vez más errático e inviable. Yo miro los números y las proyecciones, y entiendo que la agricultura necesitará cada vez más el apoyo del regadío para ser productiva o incluso existir. Quizá el corazón me dice que debe aprobarse el decreto a cualquier precio, porque el retraso es muy grande; pero le escucho.

En definitiva, concluimos que proteger el regadío más explícitamente, desencallando las renovables en otras partes del territorio, es compatible y adecuado; un buen puente donde encontrarnos. Ambos somos conscientes de que, junto con el agua y el cobijo, la energía y el alimento son esenciales para la vida.

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En efecto, un acuerdo no es sólo viable, sino absolutamente necesario. La gran dependencia energética y alimentaria en Cataluña nos hace extremadamente vulnerables al cambio climático que sufrimos. Es necesario proteger e incentivar el regadío y las tierras que pueden beneficiarse de ellos para desarrollarlo como bien público de interés general. También necesitamos las renovables como bien público de interés general, incluso si ocupan espacios que nos incomodan o hacen feo. Hay que sentarse con cuanta más gente mejor para que el decreto sea una realidad, recordando siempre que un acuerdo consensuado es infinitamente superior a la ausencia de lo que cada uno pueda considerar su decreto ideal.

El decreto no pudo votarse a tiempo. Técnicamente podría hacerse hasta el lunes, pero se ve que no hay ningún pleno extraordinario. Pensaba que los plenos extraordinarios eran para situaciones extraordinarias, y ésta lo es, pero esperaremos pacientemente a septiembre. Trabajamos juntos estas semanas hasta que haya un acuerdo válido, aunque no sea perfecto. No podemos permitirnos otra cosa.