El rey y la maldición de Moctezuma

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El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, este miércoles en un acto en Ciudad de México.

Dice que "la tensión entre México y España crece por la exclusión del rey Felipe VI del acto de toma de posesión de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum". Pedro Sánchez, el presidente de España, ha dicho que se siente frustrado por el encontronazo entre dos gobiernos que se consideran progresistas.

Hombre, precisamente por eso, porque se consideran progresistas, no debería frustrarle que el rey de España no sea invitado. Al contrario. Debería encontrarlo muy normal. De eso se trata, justamente, de no invitarle en tanto que progresista. Además, la presidenta ya explicó las razones: España se negó a que Felipe VI pidiera perdón por la conquista. Allí, en México, lo de la conquista está tan presente que cuando los turistas españoles van y, después de varios margaritas, tienen cagarrinas, les dicen que es la venganza de Moctezuma.

Ser progresista tiene algunas ventajas y algunos inconvenientes. Entre los inconvenientes hay que los agravios duran siglos y se heredan, como las coronas, por lo que todo el mundo debe disculparse por cosas del pasado. Si los progresistas quieren sacar la estatua de Colón del puerto de Barcelona, ​​es normal que también quieran que un Borbón se humille un poco por la masacre que autorizaron a sus antepasados. Entre las ventajas, sin embargo, hay que las monarquías te parecen arcaicas, ridículas, injustas y pasadas de moda. Si Pedro Sánchez y Claudia Sheinbaum fueran conservadores, de eso de las disculpas se reirían como cuñados y, en cambio, harían genuflexiones al rey, que ya estaría en México (quién sabe si bebiendo margaritas y esperando la maldición).

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