Los Reyes de enero

Los Reyes de Oriente esquivan la pandemia. Los que traen regalos, también. Con mascarilla. Todavía hay casas llenas de emoción por abrir paquetes que contienen aquello que les hemos pedido. Es magia pura. Hay quien no se ha comprado nunca unos calcetines porque se los traen los Reyes. Sin ellos, pasarían mucho más frío. Qué nervios, la noche. Cuando nos despertamos queremos abrir aquello que hace más bulto, como si los detalles pequeños tuvieran menos importancia. Tendríamos que aprovechar el año nuevo para poner en práctica todos los valores que enseñamos a los niños. Cuando se hacen mayores no los encuentran en ninguna parte y se desorientan. Normal. Las pequeñas cosas hacen la vida soportable. Del mismo modo que las miserias cotidianas la hacen muy pesada. Y los paquetes que llegan por correo son muy prácticos pero muy incompatibles con llevar una vida más amable. Por si con lo que llevamos de año todavía no teníais suficiente mala conciencia. Siempre dispuesta a ayudaros. Las excusas os las trabajáis vosotros, que yo ya tengo mucho curre con los propósitos. 

Tenemos una sexta oleada, una tercera dosis y un pico a la vuelta de la esquina. Tenemos la flurona, mezcla de covid y gripe y nombre desafortunado, si es que a las enfermedades se les puede poner un nombre bonito. Lo que nos faltaba. Si a cada mal que tiene que convivir con el covid le tenemos que acabar poniendo un nombre acabaremos reivindicando la pizzalada o el yolado como mezclas no exitosas, aunque su origen sea en castellano y hayamos de pedir perdón a los tuiteros atentos. Suerte tenemos de las personas que nos corrigen los errores. En algunos casos, de los errores se aprende. Casos contados. Lástima que no nos lo adviertan antes y así evitamos los tropiezos con las mismas piedras milenarias. Pero supongo que este es el orden natural porque los dichos no pierden nunca su vigencia y porque nos fiamos más del curar que del prevenir. Da rabia que la salud tenga que ver con el enriquecimiento desorbitado de algunas empresas pero está bien que las niñas y los niños aprendan que el rédito es poco escrupuloso. No, perdón, otro error: tendría que decir la obscenidad. Pero hay muchísimos más males de los cuales se sacan beneficios. Ilegales y legales. Conviene ponerles el foco a todos, porque siguiendo a los patrones legales el mal tiene un largo recorrido por hacer. Todo ello sin tener en cuenta las múltiples interpretaciones. No acabaríamos. ¿Pero cómo se lo explicamos esto a los niños? ¿Qué quiere decir portarse bien? ¿Dejamos que lo comenten los Reyes de enero? Sí, mucho mejor. Qué descanso.

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Hemos tenido muchos días de sol de primavera y a los pájaros del campo se les ha oído tan desorientados como a los niños buscando unos valores que no rigen el mundo. Pero quizás es normal que los pájaros canten de este modo en diciembre. Soy de ciudad. A mí, de la naturaleza, me sorprende todo. Siempre es fascinante. Terapéutica para las que vivimos en el ruido urbano. Sin fliparnos. No elegimos dónde nacemos. Y ese sí que es un destino que marca. Saber vivir en lugares diferentes o tener solo la posibilidad de ello es otro privilegio que no le toca a todo el mundo. Como mínimo, 4.404 personas murieron ahogadas en 2021 mientras intentaban llegar a España. Son las que hay contabilizadas. De entre estas, 205 eran niños. Hace llorar. La pandemia todavía ha empeorado más una situación que de entrada es terrible. Como lo es que las personas tengan que mendigar un cobijo para vivir. Save Pachá.

La noche hará su hechizo en muchos hogares. En otros les pasará desapercibido porque la magia vive en un mundo paralelo. Nunca se tocarán. Aunque en la nostalgia de la niñez todo es posible. Y esto se echa mucho en falta.