Sijena is not Spain

Podemos darle muchas vueltas, pero genéticamente, el mal, la enfermedad, el problema es éste: “La imagen de la virgen santa María María nuestra, que puedo no quiere estar en la iglesia de Xixena, que sea llevada a la colina más cerca de sta la capilla de Santa Ana; si de allí se vuelva, llévela los de Sena a la capilla de señor San Blas glorioso que está en su tierra; si allí no quiere star, tómela los del lugar de Urgellet y en su término y allá del agua, poseula, y montáis en la capilla de mi mujer santa María, para que se vio de reluciente y se pueda hacer plegarias; pero bien creemos que milagro y que quiere star en Xixena en el pantano, pus ally si es puesta”. Así sea.

Verdad o mentira, este es el documento real (8 de enero de 1225), y en catalán original, que recuerda el convenio de 1183 firmado por los pueblos de Sijena (Xixena!), Urgellet y Sena para evitar las fugas de una virgen espasmódica que, la lleven a donde la lleven, levanta el vuelo y aterriza en su templo de las marismas. Por eso, Sanza, la condesa de Barcelona y reina de Aragón, abre los ojos. ¿Cómo puede ser que en un pantano de infectas aguas de donde huyen los hombres y sólo habitado por fieras quiera vivir la Virgen? ¿Qué quiere decirnos María? Sança busca respuestas. La reina también quiere joder el campo como la santa María de su vida empantanada. Y aquí, en una arcadia de barro, funda en 1188 monasterio de Sijena.

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Aquella niña castellana se casó con un niño catalán: Alfons, dicho el Cast, o mejor dicho: el no Cast. Pocas felicidades. Los caseros de los príncipes del genético Condado de Barcelona, ​​vaya de la proto-Cataluña, con princesas del Reino de Castilla son puro sexo de los intereses: geopolítica, dinero... Bodas prácticas como un mueble que promete perfección si te lo montas tú mismo pero que luego siempre chirría, se tambalea, se desengaña. Más pan que queso. El pan se lo deben joder los catalanes y el queso se lo llevan los castellanos. Castilla siempre sale más beneficiada que Cataluña. Se sienten superiores y te hacen sentir inferior. Sança tiene Castilla en la cabeza. Alfonso, Cataluña. Pero siempre se quiere creer que saldremos adelante.

Creemos en Sijena como se quiere creer en la Virgen. Éste es el tema. Xixena, los Monegros. Precisión de GPS de 1188. A cuarenta y un grados y siete minutos de latitud y diez grados y seis minutos de longitud. Diez leguas en el este de Lleida. Diez al sur de Huesca. Seis en el mismo oeste de Barbastro. Y doce en el este de Zaragoza. Estamos en la bisagra. En medio. En la frontera. En la autopista desértica de obligatorio paso entre Cataluña y Aragón: Corona Catalanoaragonesa check point. Un artefacto político-social confederado en la unión de la desunión de una infinita complejidad y que necesita mucha fe. El milagro: el monasterio de Sijena despegando en el pantano virginal.

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El invento. Una realidad que se eleva como virtualidad. Aparece. ¡Pam! No puede. En medio de todo. Aplana el cielo y la tierra. Check point místico. Aduana espiritual de una corte viajera como la de la Corona Catalano-aragonesa. Motel de las almas y cuerpos de Cataluña y Aragón. Cerca de todo. Un monasterio que no parece un monasterio: es un palacio. Pero, como escribió Joan Sales, siglos después, durante los días de Guerra Vil, cuando ocurrió por ahí: “La involución de Aragón es uno de los enigmas más inexplicables de nuestra historia; y nuestro fracaso más grave es de no haberlo sabido impedir”. Por tanto, si después de 9 siglos las obras de arte expoliadas, cerradas, abandonadas, dejadas, durante dos años, en el monasterio prisión 155, preocupan incluso a algunos aragoneses es porque Sijena recuerda desde hace siglos que España no existe. Y por eso, como su naturaleza, siempre quiere volver al barro original, al pantano, al hundimiento genético.