Una foto de aceite de oliva por una imagen de archivo
18/03/2025
1 min
Regala este articulo

El producto más robado ya no es el alcohol, es el aceite. Que es parte de nuestra dieta, como el pan y el vino. Nada sabemos, en realidad, del aceite, porque no estamos acostumbrados a hacer catas, como los andaluces, que sí están. Vamos a los restaurantes, y, mojamos pan en un aceite de Jaén (maravilloso, claro). Hay restaurantes donde nos dejan mojar al nuestro.

Tenemos el poder de comprar, si queremos, aceite de casa, no por nada. Porque es buenísimo y es único. Tanto, que le envían a Italia a fingir que es italiano. No podemos hacerlo. No podemos comprar fruta de temporada y de mercado. Entonces, podemos quedarnos unos plátanos verdes, verdes como una mala cosa, que estarán verdes mañana, pasado mañana y el otro... Hasta el día diez, que se volverán marrones de repente y de manera irreversible. Estarán —macados— para tirar.

El trabajo de ir de compras, de transaccionar, no parece importante, porque hasta hace poco ha parecido machista. La pena es esa. Al ser trabajo de intendencia lo hemos abandonado. Y no habríamos tenido que hacerlo.

Tenemos el poder de comprar bien, pero esto es un trabajo, al igual que es un trabajo comprobar si la verdura de la tienda es buena o es ulcerosa. Compramos billetes para ir a países remotos, y no toleraremos que nos cobren 600 euros por un viaje a París, porque no queremos ser estafados. Miremos, removemos, comprobamos cómo es el apartamento, el hotel y el restaurante al que iremos (y donde dejamos nuestro número de cuenta). ¿Y no debemos hacer lo mismo con la comida? ¿Por qué con la comida no nos miramos?

stats