Los tres iconos del PP

Las crónicas de la convención itinerante del PP que tenía que situar a Pablo Casado en la rampa de lanzamiento hacia la Moncloa han destacado a tres invitados referenciales.

Uno, Nicolas Sarkozy, que al día siguiente de su presencia estelar en Madrid era condenado por corrupción por la justicia francesa, por segunda vez, y todo hace pensar que no será la última. El PP no puede alegar ignorancia. Es muy conocido el currículum del gran agitador de la derecha heredera de De Gaulle y Pompidou, la cual, después de él, ha acabado emparedada entre Marine Le Pen y Emmanuel Macron. Al PP, que lleva años afrontando un carrusel judicial por corrupción, ¿cómo se le ocurre buscar como referente a un líder histriónico acorralado en los juzgados? Será que la cabra tira al monte, como se dice.

Pero parece que el espectáculo no era lo suficientemente estridente. Y hacía falta otro actor, el novelista Mario Vargas Llosa, que vive un viaje interminable cada vez más hacia la derecha. Vargas ha querido explicar qué es la democracia. Lo importante en unas elecciones, ha dicho, “no es que haya libertad, sino votar bien”. El chiste del premio Nobel es una buena definición de lo que el franquismo llamaba democracia orgánica, que, por lo que se ve, todavía tiene adeptos.

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Aun así, faltaba la voz del patriarca. José María Aznar, que sacó a la derecha española de la travesía del desierto con la que pagó sus raíces franquistas, y la alineó con el neoliberalismo autoritario hasta estrellarse en la Guerra de Irak. Después de garantizar a Casado que ganará las próximas elecciones, Aznar ha avanzado la llegada de Ayuso a la convención haciendo suyo el patético discurso de que España y la lengua española llevaron la civilización a América. Las groseras burlas de Aznar con el nombre y apellidos de Andrés Manuel López Obrador tienen un lugar garantizado en la historia mundial de la miseria oral.

Con estos referentes, el PP deja señal immarcescible de su evolución. ¿El objetivo? Recuperar el electorado de Vox que se le ha ido escapando desde la caída de Aznar. “España es una nación, ni siete, ni cuatro, ni tres, ni diecisiete [...] ni con la madre que los parió”, ha dicho el expresidente. Y se ha quedado muy ancho. Un retrato actualizado de un PP disminuido con nostalgia de su propio pasado.

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Josep Ramoneda es filósofo.