Trump y nuestra cara oscura

Mientras en todo el mundo estamos expectantes para saber cómo nos impactará la presidencia de Trump (si es que antes no nos impacta un misil ruso), seguimos preguntándonos cómo un tipo así (golpista, racista y mentiroso) ha podido volver a ganar.

El profesor de Harvard Arthur Brooks dio su respuesta este viernes al Círculo de Economía, en Barcelona. Desde una posición netamente conservadora, no trumpista y tranquilizadora (y con un catalán perfecto), Brooks consideró que el resultado electoral fue más antiprogre que pro-Trump, porque, al fin y al cabo, Trump ganó con cerca de 78 millones de votos frente a los 75 millones de Harris.

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Antiprogre significa que la mayoría de americanos hicieron un voto de protesta contra la inflación, sí, pero también contra la guerra cultural woke del “5%” y la construcción social del género de las élites urbanas y la prensa que representa el New York Times, que han ignorado que la cultura norteamericana se basa en “no me digas cómo debo vivir y no quieras adoctrinar a mis hijos”. Y si añadimos la mentira de que Biden estaba capacitado para ser candidato, Trump y su discurso de “yo les digo la verdad que el establishment os esconde” lo tuvieron más fácil.

Hay verdad en esta explicación, y los partidos progresistas harían bien en tomar nota, pero me parece clara la influencia del discurso del miedo a la inmigración, del mensaje abiertamente racista e implícitamente machista de Trump, del discurso de odio y venganza amplificado por las redes. Trump fue a buscar la cara oscura que todo el mundo tiene, aquella que se complace en señalar enemigos y culpables, y que es incapaz de proyectar optimismo ni inspiración alguna. Y la encontró. Y por segunda vez.